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La pelicula de la semana: First Cow

Se estrena finalmente el drama escrito y dirigido por Kelly Reichardt, basado en The Half-Life, un libro de 2004 del escritor de Portland Jonathan Raymond, una de las películas más aclamadas del pasado año, pero también de las más olvidadas por la Academia de Hollywood en sus nominaciones.

Ambientada en el territorio de Oregón en la década de 1820, First Cow sigue una floreciente amistad y asociación comercial entre el cocinero Otis «Cookie» Figowitz (John Magaro) y el inmigrante chino King Lu (Orion Lee). Tras su colaboración en Old Joy (2006), Wendy y Lucy (2008), Meek’s Cutoff (2010) y Night Moves (2013), Reichardt y el escritor de Portland Jonathan Raymond han tomado una de las narrativas paralelas de la primera novela de Raymond de 2004, The Half-Life, como la columna vertebral de First Cow, en versión reducida porque el libro abarca cuatro décadas y contiene un viaje a China, demasiado extenso para el presupuesto de la directora. La película comienza con una frase de William Blake: «El pájaro es un nido, la araña una telaraña, la amistad del hombre», un prólogo destinado a establecer un vínculo entre el entonces y el ahora, según la directora. «Hay una resonancia contemporánea en First Cow, ya sea en la forma en que se ocupa del capitalismo o las divisiones en la sociedad, o incluso simplemente la presentación de una muy leal, amorosa amistad interracial; parece haber espacio para leerlo específicamente como un película política. Yo diría que todas las películas son políticas a su manera».

Raymond y Reichardt ya habían colaborado antes y frecuentado el Oeste preindustrializado, en su western El atajo de Meek de 2010, que sigue a un grupo de colonos que se pierden en el Oregon Trail en 1845. Sin embargo, el proceso de investigación en First Cow fue muy diferente:»La investigación estuvo más orientada a interpretar lo que está escrito sobre la época o lo que se transmite en las historias». La dificultad de poner en imágenes aquel libro era muy clara: no había fotografías, dado que la primera fue tomada en 1826, seis años después de la fecha en la que se narra First Cow, apenas queda una pequeña cantidad de grabados de los primeros exploradores de la región.  «Las pinturas de vaqueros de Frederic Remington fue una guía de colores: los azules y verdes turbios y la luz de color coral»- apunta al respecto la directora- «Chris Blauvelt -director de fotografía- y yo miramos juntos estos libros de imágenes y mantuvimos nuestras primeras conversaciones». Una buena parte del guión se desarrolla alrededor de un fuerte y su puesto de comercio de pieles, Fort Umpqua, por lo que varios elementos del fuerte tuvieron que ser removidos o cubiertos al ser demasiado modernos. Así, también se usaron o tomaron planos y elementos donados por la biblioteca y el museo de una confederación de tribus cerca de Eugene, Oregon.

Favorita para el Círculo de Críticos de Cine de Nueva York, sin embargo pasó desapercibida en las nominaciones de la Academia de Hollywood. Las críticas fueron en general muy favorables, pero hubo más de una reserva. Para TIME la película genera «una imagen que es a la vez tranquila y deslumbrante, dos cualidades que deberían estar en desacuerdo entre sí pero que de alguna manera florecen en tándem bajo el suave toque de Reichardt». Según Los Angeles Times «basta decir que cada desarrollo de la trama es una sorpresa hábil y deliciosa, y puede ser la demostración más entretenida hasta ahora de la rigurosa atención de Reichardt a los detalles: su fascinación paciente, genuina y notablemente cinematográfica con el funcionamiento del proceso y las minucias». Aunque no hemos empleado el género, para The New York Times «es fundamentalmente un western: aborda cuestiones de civilización, solidaridad y barbarie en la frontera estadounidense. Y al igual que muchos grandes westerns, critica algunos de los mitos fundamentales del género con vigorizante y hermoso rigor, incluido el mito del individualismo heroico». Para The Guardian «es una historia tremendamente atractiva que hace algo que muy pocas películas hacen: mencionar el dinero. Algo muy palpable está en juego, el peligro es real y es una cuestión de supervivencia». Sin embargo, para The New Yorker «Reichardt filma con simpatía la amistad de los trabajadores y sus esfuerzos frustrados, y observa con consternación las formas dominantes y los aires pretenciosos del funcionario, pero reduce a los protagonistas a figuras de palo en un paisaje determinista».

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