Collector, el álbum de debut del quinteto de Wisconsin Disq podría entenderse para algunos, en un principio, como un descarado anzuelo arrojado para los nostálgicos de los noventa, una operación discográfica que atraiga a indies maduros, desamparados o desubicados. Lo cierto es que sus autores son cinco jóvenes que nada tiene que ver con la generación que amparó los mejores momentos del indie rock. De hecho, frente a la preconcebida idea de adolescentes hedonistas, lo cierto es que gran parte de esta generación millennial ha heredado muchas- por no decir todas- de aquellas aflicciones que a otros nos aquejaban hace dos décadas: la decepción ante la política, el voraz desempleo, y, ahora más categóricamente, la crisis medioambiental.
Tras firmar con Saddle Creek para su álbum debut, el antes dúo y ahora quinteto conformado por Isaac DeBroux-Slone (voz / guitarra), Raina Bock (bajo), Logan Severson (guitarra / coros), Shannon Connor (guitarra / teclas) y Brendan Manley (batería) ha elaborado un álbum- de título oportuno- compuesto por melodías que proceden de demos escritas por los cinco miembros a lo largo de estos años. Un conjunto de canciones que ellos mismos definen como «representaciones orgánicas de cada momento en el tiempo”.
Con esas premisas, Disq se deslizan con comodidad por un abanico de sonidos- ni impostados ni pretenciosos- que en el álbum de debut de una banda joven no suele ser habitual, desde el power-pop desencantado de Weezer– en la genial D19, un homenaje a un micrófono usado por The Beatles – al pop-punk e indie-rock con llamadas emo como en Gentle. En la última canción, Drum In, presenta las voces principales de Severson, mucho más apaciguada que la de su solista habitual DeBroux-Slone. El álbum cuenta con la ayuda de Rob Schnapf (Kurt Vile, Joyce Manor) que sabe sacar con maestría las mejores bazas del quinteto incluso en las melodías más sencillas, como en Trash, que parece inspirada en Elliott Smith, a quien Schnapf produjo en sus obras maestras XO y Figure 8.
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