El cineasta Ari Aster regresa al género, en su segunda película, con Midsommar.
Después del sorprendente debut como director con Hereditary, Ari Aster regresa, apenas un año después, detrás de la cámara con una de las películas de terror más esperadas de toda la temporada por los fans del género. La actriz Florence Pugh – a quien recordamos especialmente en Lady Macbeth– da vida a la joven Dani que, junto con su novio Christian (Jack Reynor) y un grupo de amigos, decide viajar a Suecia para participar en un famoso festival de verano del lugar, en un lugar idílico. Will Poulter, William Jackson Harper y Julia Ragnarsson completan el reparto.
Ari Aster cuenta con dos bazas importantes para su regreso cinematográfico: el remoto paisaje rural bellamente capturado por el director de fotografía Pawel Pogorzelski y la imprescindible BSO a cargo de Bobby Krlic de The Haxan Cloak. Para su realización, Aster pasó meses investigando mitos y tradiciones escandinavas y germánicas, recorriendo museos y antiguas granjas y estudiando plantas, pinturas y técnicas de tortura vikingas. Aster estudió, además los movimientos espirituales, y aprendió el alfabeto rúnico. Junto a su diseñador de producción Henrik Svensson recopiló un libro de investigación de 100 páginas para construir la comuna ficticia Harga, que lleva el nombre de una aldea en el folklore sueco donde se dice que, en vísperas de pleno verano, los niños bailaban con el diablo hasta que solo sus esqueletos se mantenían. El director, además, visitó los caseríos decorados de Hälsingland, las Hälsingegårdar, casas de campo reconocidas por la UNESCO y conocidas por sus murales interiores.
El conjunto Harga se construyó en las afueras de Budapest, Hungría, e incluía nueve edificios, algunos con murales en el mismo estilo que las verdaderas granjas de Halsingland. Así, en el filme se combina tradición e invención con bailes alrededor del maypole, tocados florales y mujeres jóvenes recogiendo flores con la esperanza de encontrar el amor.
Aunque la crítica ha recibido, en general, positivamente esta segunda cinta de Ari Aster, no ha sido tan aclamada como su ópera prima. Para Los Angeles Times «el hechizo que lanza es brillante, soñador y absorbente, pero tampoco se toma demasiada prisa por encauzarse, lo que hace que sus efectos sean aún más difíciles de experimentar». Para Empire «Midsommar, una experiencia visceral, única y completamente fabulosa que exige ser vista en la pantalla grande, la película de terror a batir en 2019. Precaución: contiene cantidades angustiantes de música folk». Para Entertainment Weekly «al igual que los violines inquietos que se tambalean irregularmente sobre la banda sonora, los placeres que pican la piel de Midsommar no son racionales, son instintivos: una emocionante y mareada caída libre en la luz». Según USA Today «no es realmente una película de terror, aunque es bastante espeluznante. Es una historia de amor que carece de sentimentalismo y romance. Y también es bastante divertida a veces, aunque nunca estás seguro de que las risas se deban al humor de la horca o simplemente a un mecanismo de defensa para mantener la cordura».Vanity Fair asegura que «Midsommar es una pieza impactante como obra cinematográfica: es sumamente competente incluso cuando se convierte en una bobada, incluso cuando corre el riesgo de tedio. Esta película alejará a mucha gente (…), pero hay una determinación maravillosamente audaz en la forma como se construye». Para Vulture, sin embargo, «el horror más ambicioso desdibuja la línea entre lo psicológico y lo mítico, entre las emociones humanas comunes y las pesadillas cargadas de símbolos, y Aster resulta muy ambicioso y muy confuso» y Washington Post «Solo los apologistas de Aster más comprometidos disfrutarán de Midsommar al máximo; otros, mientras tanto, pueden admirar su atractivo diseño visual y sus valientes actuaciones sin comprar por completo la fábula alternativamente difusa y enferma en su esencia».