[Crónica] BIME Live 2018 (BEC! Bilbao, 26-27/10/18)
A diferencia de otras convocatorias, en las que con días de sol y suaves temperaturas costaba meterse en recintos cerrados, la imprevista llegada del invierno hizo más acogedora la quinta edición del BIME en su formato Live dentro del habitual recinto del BEC!.
La noche del viernes comenzó con la actuación de los locales Unclose, una formación con predominio de teclado y potente batería que presentaban su primer álbum The Long Tomorrow, un título inspirado en el cómic visionario que Moebius y Dan O’Bannon publicaron en 1975, y que presentaban notables referencias al post-punk revival de principios del nuevo siglo. Más potente era el sonido de los Vulk, punk (a secas) mucho más agresivo y más cercanos a los veteranos de lugar como Eskorbuto. Con los comienzos del melódico y contagioso indie rock de la banda de Brighton The Magic Gang se fue animando de público el recinto del BEC, pasadas ya las ocho de la tarde. Ahí sonaron las canciones destacadas de su álbum debut, como Take care -con influencias de las baladas de los 70 de Todd Rundgren– Alright– más cercanos a Weezer- o la aplaudida Gettin along.
Una de las mejores actuaciones de la noche tuvo lugar en el escenario Antzerkia, que este año se vio perjudicado por la acústica y un excesivo ruido de fondo. Con todo allí estuvo Elena Setién, la donostiarra que ha fichado recientemente con el sello de Chicago Thrill Jockey y en el que publicará su nuevo álbum. Elena nos adelantó alguna de las excelentes piezas del mismo, como We See You Shining For A While, acompañada en el Hammond de Mikel Azpiroz y un formidable batería como es Karlos Arancegui, que brilló especialmente en piezas como Far From The Madding Crowd. La actuación también contó con un homenaje a Nico – este año se cumplían 30 años de su fallecimiento – con una versión de Sunday Morning de la Velvet.
Sin embargo, en el mismo escenario, el concierto de Damien Jurado no resultó lo agradable que uno esperaba. El dueto acústico junto a Joshua Gordon resultó totalmente perjudicado por la acústica del escenario, unido a la continua verborrea de gran parte del público- y el que se agolpaba afuera- hizo que su inquietud y malestar del músico- «¿qué es lo que esta pasando” y «esto es ridículo» espetó en distintas ocasiones- se contagiara y, salvo momentos de grandeza- como con la interpretación de Exit 353, una de las mejores canciones de su carrera – su actuación resultó decepcionante. Ciertamente una lástima porque, desde que solemos asisitir a este festival, este escenario es nuestro favorito. En todo caso, por cuestiones de solapamientos- y no por esta circunstancia- no regresamos al Antzerkia durante el resto del festival.
Al escenario Thunder bitch salió la veterana – o más bien renacida, habría que acuñar un nuevo término a estas situaciones- banda Slowdive, a quienes apenas hace unos meses habíamos visto en el Primavera Sound. En ese sentido, como salimos como alumnos aventajados, no encontramos sorpresas, eficiencia en su ejecución y una fascinación del público que resulta admirable, teniendo en cuenta que es una banda que ha reiniciado su carrera en común hace apenas unos años. Podría compararse con un encuentro con viejos amigos, aquellos que no ves desde la Universidad, esas reuniones en las que uno vuelve a recordar viejos tiempos, y en las que te das cuenta que aún tenéis muchas cosas en común. Ahí sonaron- un setlist prácticamente inamovible- Slomo, Catch The breathe, Star Roving o el single Sugar for the pill, para culminar con la versión de Golden hair de Syd Barret. No hubo la emoción nostálgica que transmitieron Ride el pasado año pero tampoco defraudaron.
Al contrario que el día anterior, no tuvimos que esperar demasiado durante la noche del sábado para encontrarnos con una de las mejores actuaciones del día. Fue la sorpresa de los jóvenes debutantes Rolling Blackouts Coastal Fevers, uno de los últimos fichajes del sello Sub Pop, con el que publicaron a principios de verano su álbum de debut Hope Downs. Compuesto por nada menos que tres guitarristas- que compartían voces en la misma o distintas canciones – bajo y batería, los australianos siguen la tradición de las excelentes formaciones de guitarras que nos ha dado su país desde finales de los setenta, desde Radio Birdman a The Go Betweens. La imponente sonoridad de su álbum de debut se traslada con perfección al directo, con ejemplos tan eminentes como Capuccino city, Exclusive gare o Air aconditioned man, el trepidante single que reservaron para los últimos minutos de su actuación.
Aunque hicieron un gran esfuerzo por epatar – saliendo a tocar fuera del escenario- Ruban Nielson y compañía, Unknown Mortal Orchestra, no acabaron de convencer con su actuación en el escenario Heineken, tal vez por lo irregular de su cuarto disco, Sex & Food, publicado en abril. Tan sólo lograron levantar cierta expectación con Necessary Evil y, sobre todo, con la coreada Multi-Love, una de nuestras canciones favoritas del año 2015. Poco más.
La electrónica dio paso – de nuevo -a las guitarras con Kurt Vile y sus Violators que venía a presentar su octavo álbum Bottle It In, con el acertado comienzo de la excelente Loading Zones, la mejor canción del disco, para continuar alternando las canciones del mismo con otras de su reciente discografía, especialmente aplaudido al final con Pretty Pimpin y el solo acústico de Peeping Tom, de su reciente disco con Courtney Barnett. Brilló en especial – entre las nuevas del setlist- con Check baby, que suena aún mejor en vivo, con ese juego de guitarras que recuerdan al último Tom Petty, si bien echamos en falta alguna de su primera discografía, como Society is my friend o In my time, de aquel excelente Smoke ring for my halo, un álbum que Vile todavía no ha podido superar y cuya variedad podría romper la monotonía en la que puede incurrir en algún momento de sus actuación.
Justamente en el escenario Heineken estuvimos al lado de Kurt Vile y su grupo – ellos sentados en una de las esquinas, en el foso- viendo (y riendo con) las gracias y las habilidades técnicas de Stephen Malkmus, que junto a The Jicks venía a presentar su séptimo disco y primero en cuatro años, Sparkle Hard. Así sonaron No One Is (As I Are Be) de Mirror Traffic, Refute o Kite, del disco citado, Witch Mountain Bridge de su segundo álbum Pib Lib o los casi obligados rescates – y habituales- de Pavement como Stereo o Starlings of the Slipstream.
Y regreso al pop y a la electrónica. Notamos mucha diferencia desde aquellas primeras actuaciones de los entonces austeros debutantes MGMT – prácticamente a dúo- con lo que presenciamos la noche del sábado. Con un acompañamiento de tres músicos y unas imágenes de luminosos viajes psicotrópicos, el dúo ha sabido encontrar ese complicado equilibrio entre el pop comercial – y de masas- de los Pet Shop Boys – véase su nuevo single Me and Michael- y la psicodelia más excéntrica y minoritaria- nuestra cara oscura favorita- que emanan desde el principio de su discografía. Es osado- y loable- meter en el setlist de un festival- psicodelia en prime time!– una pieza formidable y tan complicada de 12 minutos como Siberian Breaks y que no te tiren los vasos de plástico reciclables encima. Y lo hacen porque después se sacuden el polvo con dos canciones que al público corea: el citado single de marras y su clásico – nunca falla- Electric Feels. MGMT terminaron su actuación alterando – finalmente- el orden natural de un setlist con lazitos con otra de las canciones de aquel espléndido debut de hace 11 años, The Youth.
El BIME Live 2018 cerró el pasado fin de semana su sexta edición con un balance, según su organización, de un total de 20.100 asistentes entre el viernes 26 y el sábado 27 de octubre.
*Fotos oficiales BIME