[Reseña] Hope Sandoval and the Warm Inventions – Until the Hunter
A fuego lento
Hope Sandoval, conocida fundamentalmente por liderar Mazzy Star desde los ‘90, es una de esas artistas incatalogables e independientes que solo se definen por sí mismas. Si tuviéramos que citar los palos musicales que practica, todos ellos con su particular matiz, diríamos que de dreampop tiene más onirismo que pop, que mantiene a raya su carácter folk bajo un manto de oscuridad bien aplicada, y que aúna la grandeza y la clase de una solista autosuficiente con una impresionante capacidad de adaptación a diferentes contextos estilísticos. Ahí tenemos, por ejemplo, su reciente colaboración con Massive Attack en la sobrecogedora The Spoils –y anteriormente en Paradise Circus– y con Psychic Ills en I Don’t Mind; y eso solo este año, porque a lo largo de una larga carrera de más de veinte años lo ha hecho con artistas como Vetiver, Air, Jarvis Cocker, Death in Vegas, The Chemical Brothers o The Jesus and Mary Chain, llevándose casi cualquier género a su terreno. Pero además de todo esto, Sandoval tiene otra banda con Colm Ó Cíosóig, miembro fundador de My Bloody Valentine, que responde al nombre de Hope Sandoval and the Warm Inventions, y con la que acaba de poner en circulación un tercer álbum.
Tras Bavarian Fruit Bread (2001) y Through the Devil Softly (2008), ambos publicados durante el hiato de 17 años que se tomaron Mazzy Star entre su tercer y cuarto trabajo, llega este fantástico Until the Hunter que nos recuerda cómo los terrenos que pisa Sandoval se convierten automáticamente en magia. Porque da igual que la inspiración estética provenga del dreampop –Into the Trees, Treasure–, del country alternativo –The Peasant– del folk-rock americano –Let Me Get There, Isn’t It True– o del blues más carnal –Salt of the Sea, Liquid Lady–: el caso es que la californiana infecta con su endiablada clase y con su totalitaria personalidad musical hasta la última nota que le acompaña. A fuego lento. El disco, embriagador en su conjunto, resulta a la vez adulto y pausado, planteando un discurso musical no apto para el consumo inmediato: si no le dedicas un tiempo no entrarás en él, ni él tampoco entrará en ti. Su generosa duración, así como los habituales paréntesis prolongados de sus dos proyectos principales, nos hablan de una compositora que se mueve sumergida en profundas mareas más que por impulsos superficiales, opulenta a su manera, parca en verdades prescindibles.
Tal vez sea porque efectivamente el oyente debe adaptarse al ritmo intrínseco de la propia Sandoval, o porque realmente el álbum mejora con el paso de los minutos, pero el caso es que Until the Hunter es un disco que crece de manera especial. Exceptuando el aire denso y onírico de Into the Trees, canción inaugural, la dimensión y la intensidad dramática de los primeros temas nos remiten a atmósferas más bien abiertas y plácidas: a los tradicionales ambientes rústicos de una balada country en The Peasant, al trotar tranquilo (y en compañía) de americana en Let Me Get There, el dúo con Kurt Vile, o a la hospitalaria sombra de un arpegio combinado en Day Disguise. Incluso en los cortes, digamos, más emocionales como la confesional A Wonderful Seed y Treasure, una delicada joya engarzada de pop espacial, impera una cierta ligereza que acaba por condensarse en la segunda mitad del disco. Como si todas las emociones vertidas fueran ganando cuerpo, solidificándose y creciendo en presencia e importancia. Aunque, pensándolo bien, tal vez sea solo una ilusión auditiva fruto de las increíbles habilidades mágicas de Sandoval, solo apreciable si estás bajo su embriagador influjo.
Sea por el motivo que sea, lo cierto es que la gravidez y la profundidad formal de Until the Hunter se acentúa notablemente en las últimas piezas, en un tramo delimitado por el sugerente blues de Salt of the Sea y por el todavía más desatado de Liquid Lady –ambos protagonizados por sendas guitarras plañideras–, una extraordinaria canción que se mece al ritmo pasional del soul más romántico. Entre medias encontramos la versión más acelerada de Hope Sandoval and the Warm Inventions: en I Took A Sleep y, sobre todo, en Isn’t It True, tan llena de carisma que desborda una fórmula anteriormente expuesta con más suvidad; y un tema, The Hiking Song, cuyo enorme y sencillo magnetismo se mide por la intervención, justo a la mitad, del bellísimo chelo interpretado por Ji Young-Moon. Tan hipnótico como lo es en disco en general, si se escucha con el mínimo detenimiento necesario. A estas alturas, en cualquier caso, ningún disco va a poner a Hope Sandoval en la cresta de una nueva ola mediática o comercial. Aunque sus ventas pasadas se cuenten por millones, sobre todo cuando Mazzy Star militaban en Capitol Records, a esta mujer no le interesa el camino más rápido sino el que más le permita sumergirse.