[Reseña] Kurt Vile – b’lieve i’m goin down
Bienvenidos al desierto de los ocasos. Pasen sin llamar.
Kurt Vile está en esa dulce época de su carrera en la que todo lo que toca se transforma en oro. No tiene ni que llamar la atención para destacar: sigue personificando a ese guitarrista de carne y hueso, a ese héroe doméstico que te devuelve la mirada si le concedes tiempo; en este caso, sesenta y un minutos dedicados al rock americano sin apellidos ni denominación de origen restringida. La suya es la clase de calidad artística que descansa en la sinceridad de fórmula, en la naturalidad y en una forma de vivir la música sana y abierta que no esconde ni especula con nada. En b’lieve i’m goin down, además, parece evadirse de todo conflicto posible profundizando solo en atmósferas pacíficas y contemplativas, paseándonos y haciéndonos partícipes del terreno donde se enraíza su conexión sentimental con lo bello. Es una puerta abierta a su sensibilidad más llana e íntima; y nos sugiere que entremos sin llamar.
Grabado en parte en el estudio Rancho de la Luna – una casa con protools, como la ha definido en alguna ocasión –, en pleno High Desert californiano, el disco tiene un aspecto bastante más formal y modélico que el de sus anteriores trabajos. Un tono más lineal que puede producir cierto tedio si se está oyendo y no escuchando el álbum, pero que te engulle, como arenas movedizas, si te acercas lo suficiente como para apreciar los detalles. Hay extensas praderas inmaculadas, planicies desérticas hasta donde alcanza la vista, y rincones hermosos que nadie ha descubierto aun; un paisaje infinito e inexplorado que se clava en la sien, a medio camino entre nuestros oídos, ojos, y el lugar donde crece la imaginación en nuestra mente. No se trata de un paso más hacia adelante, ni de un golpe de madurez premeditado: es el resultado de una evolución que no atiende a convencionalismos fáciles pese a ser accesible sin complejo alguno. Con seis discos en el mercado y más de diez años en la pomada, ya no vale hablar de que “progresa adecuadamente”.
Porque cuando creíamos que había llegado a lo más alto de su capacidad artística como rockero, el de Philadelphia parece haberse redescubierto en soledad – aunque está casado y es padre –, desmarcándose con un monográfico rítmico en el que apreciamos su nueva faceta de bardo atemporal. Sus canciones dibujan la morfología de un círculo humano reunido alrededor de un fuego, con él como orador, poeta y héroe de las palabras y la música. Así, b’lieve i’m goin down es la materialización de la voluntad de un artista más interesado en contar historias y conectar con la gente, que no en construir un disco que funcione para montar el numerito de rigor sobre el escenario, noche tras noche. Y no es que no se eche de menos algo más de agitación, un poco de caña guitarrera más macarra, pero el disco suena tan puñeteramente homogéneo que da grima pensar en cambiarle una coma. Los oyentes, probablemente, no recurriremos a él cuando queramos escuchar a Kurt Vile, sino cuando queramos escuchar a este Kurt Vile.
Tan compacto es, que cuesta encontrarle hits. Podríamos aferrarnos al arranque prometedoramente country de Pretty Pimpin, o al aire fronterizo de I’m the Outlaw, en clave Calexico-sureña. Pero el disco va del paisaje, del predicado; no busquen sujetos explícitos. El verdadero hit es quedarse embobado oyendo el apacible solo final de guitarra en temas como Wheelhouse, All in a Daze Work o Lost my Head there. El tiempo se detiene, y algo se te dilata dentro. El acierto es conectar los innumerables arpegios y transformarlos en ancestrales constelaciones de un oscuro firmamento bajo el que resguardarse. Kurt Vile, quizá sin saberlo, nos da con b’lieve i’m goin down la receta de algo que solemos olvidar frecuentemente: que la vida, más que de cumplir con etapas, objetivos, y con lo que se espera de nosotros, consiste en degustar cada segundo, cada nota, cada sentimiento y cada puesta de sol; que aunque no lo parezca, es distinta cada uno de nuestros días. En el fondo, tal vez sea eso: un disco recopilatorio de ocasos en el desierto.
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