[Reseña] Núria Graham – Bird Eyes
Empezar la reseña de Bird Eyes subrayando la precocidad de Núria Graham y lo prometedora que resulta su carrera ya a estas alturas, raya el tópico. Con la tontería llevamos ya un par de años resaltándola como compositora, cantante y guitarrista, y tras entrevistarla, verla unas cuantas veces en directo, en escenarios tan exigentes como el Primavera Sound, el Auditori de Barcelona o, hace ya más de medio año, teloneando a St. Vincent, entendemos que lo suyo no es cuestión ni de edad, desparpajo o temprana genialidad: se trata simplemente de una artista pura, sincera, humilde y llena de talento. Una presentación más que suficiente. La vigitana, nacida hace 19 años en el seno de una familia catalana-irlandesa, ha dado un salto cualitativo y cuantitativo con su álbum de debut, tras el arranque de su primer Ep, First Tracks, y entre otras cosas por la fuerte apuesta que El Segell del Primavera Sound está llevando a cabo con ella. Y no es para menos. Graham es capaz de filtrar con asombrosa madurez y seguridad un mundo interior que, pese a su lógica y refrescante imagen exterior de post-adolescente, resulta elegante, muy bien educado musicalmente y tremendamente atractivo por su dulzura y estilo.
Todas las canciones de Bird Eyes se han cocinado lentamente, en la tranquilidad de una noche cómplice y silenciosa, y alejada de las multitudes del mainstream. Sin embargo, su morfología nos habla de un cancionero accesible, imaginable en cualquier playlist de cantautoras pop-rockeras internacional. Graham, como artista que reniega de la etiqueta folk, parece beber más de las raíces anglosajonas que de las catalanas, mostrando de manera casi innata ciertos mecanismos de composición e interpretación alejados de la norma nacional. Es capaz de combinar una aparente vulnerabilidad casi pálida en el requiebro de sus palabras, con un carácter fortalecido e inviolable que se desprende de su guitarra, utilizada – distorsiones, mano derecha y elección de acordes – como instrumento de dominación, más que de traducción, del medio que la rodea. Con el tiempo, y cuando se termine de desprender ese halo de inocencia que la envuelve, podría convertirse en una femme fatal al estilo St. Vincent, valiéndose de su guitarra como si fuera un timón para navegar exitosamente por todo lo largo y ancho de su carrera musical.
El disco, en general, se mueve en un medio tiempo engalanado por la discreta aportación del resto de instrumentos, pero siempre capitaneados por una guitarra líquida y valiente, que da luz a la oscuridad perpetua que rodea las composiciones de Graham. No hay grandes dosis de tristeza o pesimismo filtradas en sus palabras, es simplemente un hábitat que ensalza mejor que ninguno la claridad de su voz, y el reflejo que ésta vierte sobre las líneas de guitarra. Impermeable y refugiada en su interior, donde mejor busca y encuentra sus sonidos, Graham construye un discurso para nada desesperado, pero sí de confesado sentimentalismo, apoyándolo en un efectismo calculado que proviene fundamentalmente del dominio que con la guitarra adquiere a la hora de ajustar el sonido a su piel, y de una ambientación modosa y aromática que deja mucho espacio para la imaginación y la cinemática.
Temas como I Worry To Much, Ages y The Sea In Your Eyes parecen formar parte del mismo discurso: sobrio, entregado y elegante, pero con una pasión contenida y minimalizada tras cada requiebro. Desde su voz, en noches claras, se pueden ver las estrellas una por una. Otras, como la magistral Bird Eye o Dark Past, nos acercan a su versión más desgarrada – sin perder la clase, el tono ni la compostura –; y Bad Luck y Christopher, a la más trotona y florida. Un disco este Bird Eyes, de los más destacados del año a nivel nacional, tan completo como sugerente; sensual y bien revestido, capaz de hacer saltar las alarmas de quienes buscan constantemente nuevas referencias en el panorama de voces femeninas. Pero Núria es mucho más que una cantante: es una guitarrista moldeadora, escultora de su riqueza musical interna con dedos finos y cuerdas gruesas. Y lo que nos queda por delante…
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