[Reseña] Der Panther – Lux
Si el término música orgánica hace referencia a un lenguaje de sonido basado en los instrumentos tradicionales; o si, hablando de electrónica, esta definición se extiende a quienes la practican utilizando estos mismos órganos musicales, con mayor o menor presencia de aparatos digitales, no cabe duda de que el dúo madrileño Der Panther entraría en esta categoría por la puerta grande. Pero además de por las características técnicas de su forma de hacer música, por un hecho radicalmente importante a la hora de definir lo que es este subgénero: que su sonido parece un organismo vivo. Hemos pasado de un mundo en el que los robots, o la electrónica, simplemente obedecían órdenes de manera mecánica, sin plantearse grandes cuestiones, sin emitir apenas opiniones y sin expresar sentimientos de ningún tipo; a uno, como el de la película Her, en el que las máquinas y la electrónica sienten, padecen y articulan su propia visión del universo que las rodea. Der Panther, en ese sentido, es una de las cumbres reconocibles más elevadas de la nueva electrónica orgánica a nivel nacional.
Por su contenido, capacidad iluminadora y colorista, y por la melodiosa utilización de guitarras, teclados y escalas de estructura clara e hipnótica, Lux, el segundo álbum de esta pareja de sombras, merece un lugar privilegiado dentro del género, y como punta de lanza del iceberg que se esconde en las profundidades del panorama nacional. Separada de propuestas más subterráneas como la de The Suicide Of Western Culture, o más etéreas como la de Boreals, la suya es una combinación de electricidad estática positiva, un magnetismo algo siniestro y vicioso, un exacerbado cromatismo, y la proyección de melodías circulares, culminantes o caleidoscópicas sobre líneas de ritmo muy bien colgadas. Como guinda, unas voces que parecen provenir de universos o canciones paralelas. Pero el elemento más valorado de Der Panther es, sin duda, el ya no tan novedoso encuentro entre el sonido casi desnudo de las guitarras, y esa atmósfera futurista electrónica construida a base de fogonazos de luz de mil colores y espacios para que ésta se expanda.
Luego hay un lenguaje estructurado con habilidad y decisión, un discurso musical dividido en ocho piezas emparentadas por un hilo conductor, fino y alambrado, reconocible sobre todo en las escalerillas de Gecko y Haprsun, en la pequeña cumbre central de Khan, en el goteo líquido de guitarra en LaCab, y en el inicio y en el final de Mapo Tofu III. En estas dos últimas, así como en Viscera, Harpsun y lUX, las cuerdas tienen un peso fundamental, ya sea como motor conductor del tema que como elemento decorativo para ese acabado tan híbrido y vivo. Corren por sus partituras impulsos nerviosos animales, y en la rítmica se adivinan musculaturas humanas, tan prontas para el baile como para la introspección. Seguiremos sin conocer las verdaderas identidades de los dos integrantes de Der Panther, pero cada vez tenemos más claro qué quieren decirnos. Zancada importante de los madrileños, que abanderan la apuesta de El Segell del Primavera Sound por la electrónica nacional.