[Crónica] Kurt Vile & The Violators (Apolo, Barcelona, 25-08-2014)
Por la manera inquieta de moverse, a saltitos, con las piernas arqueadas y a pequeños espasmos casi imperceptibles, se diría que Kurt Vile no está solo detrás de su melena. Y no lo digo por la estupenda banda que lo secunda en directos como el de anoche en la barcelonesa sala Apolo: el bueno de Vile, presidiendo el cuarteto The Violators, parece estar medio poseído cuando sube a un escenario, recibiendo órdenes desde dentro sobre qué y cómo tocar. En ocasiones, hasta parece escuchar voces invisibles a su alrededor, girando la cabeza a un lado y a otro, hasta que aparece su escudero con una nueva guitarra mientras él pulsa infinidad de botones con los pies. Es un artista que rebosa personalidad, y hasta su forma de estar y de moverse resultan atractivas, peculiares y carismáticas, porque es auténtico al 100%.
Desde su última visita a la ciudad condal, allá por mayo de 2013 en el Primavera Sound, no ha habido mucha novedad en la carrera de este cantautor y guitarrista de Philadelphia. En aquel momento acababa de publicar su quinto y hasta la fecha último álbum, Waking On A Pretty Daze (Matador, 2013), y desde entonces no ha hecho otra cosa que girar por el mundo. Ejemplo claro del espíritu independiente en la música de nuestros días, Vile se está forjando una merecida fama internacional, solo a través de su trabajo y mediante el cuentagotas del boca a boca, haciendo descansar su naturaleza y estilo en algo tan simple e imperecedero como es el amor por la guitarra. Sin la misantropía de las estrellas de antaño, su magnetismo y sus virtudes son muy deudoras de las licencias de actitud del grunge, fundiendo sus rizos, sus dedos y el mástil de su guitarra en la imagen inconfundible de un rockero de verdad.
Por eso no sorprende demasiado que en su actuación de anoche dejara de lado la presentación y promoción de su material más reciente, para centrarse en piezas más antiguas y paradigmáticas de su fulgurante discografía. Despachó Waking On A Pretty Daze en la primera media hora, tocando Girl Called Alex, KV Crimes y Too Hard seguidas, y después se sumergió en sí mismo durante otra hora más. Ni siquiera Mick Turner, miembro de los Dirty Three de Warren Ellis y telonero de la noche, hizo que el estadounidense saliera de su trance simbiótico con la guitarra cuando volvió al escenario para tocar Hunchback también él con los Violators. Alternando acústica y eléctrica, Kurt Vile fue desgranando en Apolo una carrera que suena a América vista desde un autobús que no supera los 70 k/h, con temas como He’s Allright, Runner Up, Jesus Fever u On Tour que sonaron de maravilla.
Se sintió muy cómodo en Freak Train, canción que interpretaron poco antes del cierre, y que duró diez minutos como podía haber durado una hora: con el saxo batiendo sobre las cuerdas de un Vile que no aflojó un solo instante ni en intensidad, ni en un tipo de emoción que no lleva maquillaje o adornos. Con altibajos en lo que al ritmo y estructura se refiere, el concierto fue más una demostración de amor que de talento: pasión interna y comedida por un sonido que procede de una mirada al interior, de un viaje en soledad al pie de una ventana. Y es que el norteamericano, que ya en su día abandonó el proyecto The War On Drugs, ha demostrado siempre una enorme coherencia artística al reconocer, mediante su música y su actitud, que el único protagonista de la vida de un ser humano, y de su arte, es uno mismo y sus preguntas.
En cualquier caso, no se mostró acaparador y su pose no buscaba la atención que sí merecía y que todos le prestamos. Estuvo afable y hablador, presentó a sus acompañantes con orgullo, y agradeció sinceramente la presencia de un Mick Turner que ya previamente se había ganado al público al regalar decenas de Cds durante su actuación lanzándolos entre canción y canción. Entre las dos propuestas salimos de Apolo con un fuerte gusto metálico a guitarra eléctrica que no desaparecerá fácilmente. Las visitas de Kurt son habituales y no es de los que tarda en sacar nuevo disco, por lo que es solo cuestión de tiempo que volvamos a cruzarnos con él en el camino. Y será, como ha sido en esta noche de final de agosto, un auténtico placer.
Concierto organizado por Primavera Sound.
Fotos de Pablo Luna Chao.
Escucha el setlist del concierto en Spotify, o míralo aquí.
Te faltó agregar al setlist Waking on a pretty day, con esa abrió el concierto!!!