[Reseña] Jon Hopkins – Immunity
Belleza brutal: electrónica y justicia poética.
“Cada ser, único e irrepetible, es el resultado exacto del momento que le ha tocado vivir”. Luego existen aquellos que se adelantan a su propia época, como Van Gogh, y también quienes se mantienen anclados a tiempos pasados entendidos como mejores. Lo más difícil, supongo, es encontrar gente o, en concreto, artistas musicales, cuya obra trascienda la limitada acotación temporal de su momento, poseyendo ésta cierto carácter universal. O dicho de otra manera: pienso que un tipo como Jon Hopkins habría estado a la altura componiendo sonatas para piano en el siglo XVIII, valses al estilo vienés en el XIX, e incluso ideando piezas de rock cuando lo hacían los pioneros, allá por mediados del XX. Lo que pasa es que le ha tocado vivir en la época de la electrónica, y aunque ese sea el lenguaje que ha elegido utilizar para su obra, no deja de ser un código generacional, concreto y cambiante, que no puede ocultar la enorme sensibilidad atemporal que posee.
Nacido en Wimbledon hace 35 años, Hopkins llegaba a 2013 avalado por un trabajo anterior realmente deslumbrante: colaboraciones con Brian Eno y King Creosote, importantes contribuciones a álbumes de Coldplay o David Holmes e infinidad de remixes para artistas como Four Tet, Nathan Fake, Nosaj Things, Wild Beasts, o para el mismísimo David Lynch. En 2010 compuso la banda sonora de la película Monsters, y en 2011, como dato algo más que anecdótico, fue candidato por primera vez al prestigioso Mercury Music Prize británico por Diamond Mine (Domino, 2011), disco de autoría compartida con el escocés King Creosote. Pero sin duda 2013 ha sido el año en el que su lenguaje ha rebasado, de manera definitiva y absolutamente categórica, sus propias fronteras estilísticas, para situar Immunity (Domino, 2013), cuarto álbum de estudio del británico en solitario, entre los mejores trabajos del año a nivel general.
El disco en cuestión es un descomunal ejercicio de poética electrónica que, pese al acabado frío y metalizado que lo caracteriza, resulta increíblemente conmovedor durante la hora exacta que dura. 8 tracks en los que el británico intercala momentos de profundo sumergimiento en el ambient techno-house más inteligente y elegante, con otros de pacíficas y clásicas composiciones, generalmente centradas en la capacidad atmosférica y lisérgica de un piano sobre terreno blanco y congelado. Así, Hopkins, elabora un devenir narrativo altamente sugerente, con altibajos de intensidad y acción, pero siempre con un contenido y una carga emocional enormes que, sin embargo, parecen desbordarse en silencio. Mucho más allá del efectismo binario de otras propuestas, la electrónica de Jon Hopkins parece remover ecos interiores y ancestrales en el oyente, sea éste o no amante del género.
Hay algo brutal en el inicio de Immunity: sobre todo en la terna We Disappear, Open Eye Signal, Collider. Pero esa misma brutalidad del techno más despiadado y riguroso, que es a la vez bella y necesaria, es la que reina también sobre la naturaleza todopoderosa, en perfecto orden lógico, amparándola del caos. Callada y a la vez implacable, la electrónica más dura de Hopkins en Immunity nos recuerda que esa dualidad también está presente en nosotros, humanos, que somos capaces de lo más hermoso y lo más cruento, muchas veces con escasos centímetros de separación. No obstante, una especie de justicia solemne e implacable sobrevuela el Cd de principio a fin, cargando su discurso de ese valor que deben sentir los soldados que creen pelear por una causa noble y justa. La certeza, cierta o no, de estar haciendo lo correcto.
La capacidad poética de Hopkins se dispara en Breath This Air, donde combina con extremada delicadeza y elegancia pasajes de claridad y casi minimalismo clasicista, con un ritmo soterrado inclemente que avanza sin detenerse entre una belleza marcada por la pulsión ajena y tranquila de un piano frío y desconsolado. Pero es en la segunda parte del Cd donde más reflexivo se vuelve su sonido: destensado y relajante, parece el resultado de la resolución de una serie de conflictos internos ancestrales plasmados o traducidos en los temas de apertura. Abandon Window es puro alivio: la calma tras la tormenta (Collider); Sun Harmonics, la visión de un nuevo día sin nubes en el horizonte; e Immunity, la canción que cierra el disco, la hermosa pero triste despedida que toda obra maestra merece. Un ejercicio capaz de despertar potentes y profundos ecos interiores, de los que nunca abandonarán al ser humano.