Crónica: Neko Case (Apolo, Barcelona, 15-12-2013)
Cuando las canas no significan nada.
La música no entiende de edades. Tal vez resulte complicado empezar a tocar un instrumento siendo ya algo mayor y llegar a dominarlo, pero una vez que un músico se ha fundido con su guitarra, su piano, o incluso con su propia voz, la música fluye a través de ellos de igual modo sin importar lo más mínimo si se trata un joven de 20 años o de un venerable anciano encorvado. Es otra de las maravillas del lenguaje más universal de todos los concebidos por el hombre. De todas formas, es normal que exista cierta preeminencia de determinados estilos sobre generaciones concretas: por eso no nos sorprende que en la actualidad la juventud se asocie más rápidamente con la música electrónica, ni es raro pensar que un sonido country como el que emitieron ayer Neko Case y compañía en la barcelonesa sala Apolo es más bien cosa de quien peina canas. Pero eso no quiere decir, ni por asomo, que sea un estilo de gente mayor: no hay que confundir al intérprete con su público.
En cualquier caso, si algo demostró la banda liderada por esta valiente norteamericana es que el espíritu de casi cualquier estilo es y será siempre joven; y que el secreto para borrar nuestra edad de lo que hagamos es aferrarse a él con fuerza. Nacida de un matrimonio de origen ucraniano en Virginia hace 43 años, Neko Richelle Case empezó su carrera musical en Canadá cuando a mediados de los ’90 se trasladó a Vancouver para estudiar allí arte y diseño. Participó activamente en diversos grupos locales de punk, y en 1998, ya con el graduado, colaboró en el primer Lp de la exitosa banda de indie rock The New Pornographers. Sin embargo, y aunque nunca haya dejado de formar parte de esta última formación, su aventura en solitario había empezado ya un año antes con la publicación de The Virginian (Mint/Bloodshot, 1997), trabajo a través del cual se adentró por primera vez, y a su manera, en los viejos caminos del country.
Anoche, en su debut en sala Apolo y por segunda vez este año en la ciudad condal, presentaba el que es ya su sexto álbum de estudio, The Worse Things Get, The Harder I Fight, The Harder I Fight, The More I Love You (Anti, 2013), con el competirá en los próximos Grammy, frente a grandes bandas como NIN, The National, Tame Impala y Vampire Weekend, por el premio a mejor disco de música alternativa de 2013. Con ella vino su habitual equipo de parranda: Kelly Hogan en los coros, y como cómplice ininterrumpido de todas las gracietas y comentarios jocosos de la cantante, el entrañable Jon Rauhouse, siempre sentado tras su hipnótica y deliciosa still guitar, el (contra)bajista Tom V. Ray, siempre de pie tras su solemne y majestuosa barba blanca; y así hasta un total de 6 músicos, sumando batería, teclados y más guitarras. Suficiente para dar una lección de cómo se interpreta el country en estos tiempos modernos sobre un escenario.
La voz de Case es el núcleo y el paradigma del estilo que cultiva. Pero es su carácter, el de una mujer que es dueña absoluta de sus actos y de su destino, el que hace que su música sobresalga incluso dentro de su propio género. De hecho, gran parte de su sello particular procede precisamente de ese aire de mujer liberada, exuberante y siempre activa que desprende cuando está sobre las tablas. Ayer, luciendo algunas canas entre su salvaje melena, dirigió con buen humor y mano firme a su banda, y desplegó con seguridad y orgullo las partes más íntimas de su ser en forma de una serie de canciones que le permiten llevar siempre la cabeza bien alta. De algún modo, además, estableció una complicidad especial con el público, que anoche solo llenaba la mitad de Apolo, basada en la admiración y el respeto, lo que facilita enormemente el acercamiento y la comprensión de un género que a veces puede resultar difícil de exportar.
Sería bastante extraño que Neko Case fuese la artista favorita de alguno de nosotros. Pero aunque la mayoría no hayamos visto más que en el cine el inmenso y profundo rural norteamericano, gracias a experiencias musicales como la de ayer, y a artistas como Case, hoy comprendemos un poco más su idiosincrasia. Fue un espectáculo intenso y generoso, con casi una veintena de temas interpretados en algo menos de hora y media. Local Girl, City Swans, Calling Cards, Man y Ragtime, las más aplaudidas de su último trabajo, sonaron especialmente bien. Pero el recuerdo dominante que quedará será el de una artista libre que reinterpreta el country, los coros y el humor de Kelly Hogan, y las canas y las cuerdas de Ray y Rauhouse.
Concierto organizado por Primavera Sound.
Fotos de Pablo Luna Chao.
Escucha el setlist del concierto en Spotify, o míralo aquí.
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