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Retribution Gospel Choir – 3

33/2 = 1+1.

Es fácil imaginar los inicios de Retribution Gospel Choir como los desvíos musicales de Alan Sparhawk, al margen de Low y de la música que hacía con su mujer, Mimi Parker, a los que dio rienda suelta en un verano que se quedó de rodríguez. El líder de la banda de culto de slowcore de Minnesota, todo contención y sobriedad, deja fluir más el guitarreo y la experiencia rock en este proyecto paralelo, en el que también participa Steve Garrington, bajista de su banda mater, y el batería Eric Pollard. Una propuesta mucho más cercana al rock alternativo convencional, pero con el sello inconfundible de la composición, la violencia emocional y la voz de Sparhawk. Es, quizá, todo lo que no tiene Low: como si fuera la pulpa de un concepto musical exprimido y refinado en el trío Sparhawk-Parker-Garrington, cocinada a un ritmo más acelerado y variado.

La primera incursión en esta variante fue en 2008, cuando Sparhawk publicó Retribution Gospel Choir (Caldo Verde, 2008) junto a Pollard, Matt Livingston, bajista también por entonces en Low, y con la colaboración de Parker en uno de los temas. Le siguió el 2 (SubPop, 2010), ya con la formación actual, y ahora en 2013 han regresado con un tercer Cd, como no, llamado 3 (Chaperone, 2013). Un trabajo que se diferencia de todo lo anterior por la morfología, el contenido y el carácter que en él imperan. Dos canciones nada más, de 20 minutos, eso sí, que incide cada una prácticamente, y de manera intensa, en una sola estructura melódica o riff, enarbolándose a su alrededor complejas líneas de punteos y variaciones de batería llevadas casi al extremo sin excesiva evolución. Como con plena libertad desde el principio.

3 es, por tanto, un disco que se puede dividir en 2, con partes bien diferenciadas y bastante contrastadas que conforman, sin embargo, un todo (valga la redundancia) no del todo cohesionado. Digamos que es como si a mitad de película te la cambiaran completamente: aunque la segunda parte rebose calidad y ofrezca incluso una mejor presentación, mereciendo sin duda nuestra atención, parecen más bien dos historias inconexas unidas solo por la mente y la técnica de su creador. En toda narrativa, sea escrita, oral o musical, es absolutamente necesario, al menos, un capítulo 2; y da la sensación de que este disco cuenta con dos maravillosos capítulos 1, sin continuación ni precedentes, y que difícilmente se configuran como un relato completo. Por desgracia, aunque ambos temas sean de calidad sobrada, no suman el uno con el otro.

Can’t Walk Out, la primera, es de factura más áspera, un tanto amarga y sucia, y completamente desinteresada en la harmonía. Con un guitarreo desbocado de principio a fin y una ausencia casi total de voces, se presenta como un trote, una huida o una carrera sin salida, distorsionada y quejumbrosa, que recorre algunas de las carreteras secundarias en las que habita la sombra del gran Neil Young. En cualquier caso se respira un fuerte olor a hombría, y, dicho sea de paso, a hombres reunidos: tal vez Sparhawk reserva para Retribution Gospel Choir su lado más varonil, y de ser así, Can’t Walk Out sería de los mejores ejemplos. La cosa se dulcifica en Seven, la otra mitad del disco: mucho más harmónica y suave, cuenta con la inconfundible y serena participación de Nels Cline, guitarrista de Wilco, que ilumina las partituras con la luz de su instrumento.

Parece que la relación entre Sparhawk y la banda de Chicago se estrecha cada vez más: The Invisible Way (SubPop, 2013), último trabajo de Low, se grabó en los estudios de Tweedy en Chicago, y ahora Cline se infiltra entre las guitarras de Retribution Gospel Choir, para dejar pequeñas piezas de brillantes metales preciosos entre las líneas de composición, siempre regias y llenas de austero empaque, del señor Sparhawk. Seven es la oportunidad perfecta para dejarse llevar por las volandas de un par de guitarristas como hay pocos en la actualidad, jugando y revoloteando por el cielo azul, y pasando de una a otra como si de lianas sobre la tierra se tratasen. Tal vez no sea el mejor trabajo de ninguno de ellos, pero es sin duda un ejercicio de evasión musical intenso y profundo.

2 comentarios

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