Festival de la Guitarra de Córdoba (del 1 al 13 de julio de 2013)
Visitar Córdoba en verano puede resultar una temeridad. Las temperaturas que se llegan a alcanzar desde primera hora de la mañana invitan –en realidad, obligan- a realizar las tareas diarias mientras el sol aún es joven en el cielo. Las horas de esparcimiento por la ciudad se reducen, pues, a la mañana más madrugadora y a un atardecer que nos permita pasear sin la constante presencia de esa pesada masa pegada a nuestro cuerpo. El Festival de la Guitarra, que ha cumplido su edición número treinta y tres, se celebra en pleno mes de julio y durante dos semanas, pero la variedad de recintos en donde se celebran los conciertos y las horas en las que son programados intentan esquivar cualquier tipo de bochorno. En cualquier caso, nosotros tuvimos suerte y el tiempo acompañó los tres días que pasamos por allí.
La oferta del festival continúa siendo extensa y para todos los públicos. A los conciertos en teatros hay que añadir los recitales gratuitos en la calle y una amplia oferta formativa que ha contado, entre otros, con Manolo Sanlúcar, Pavel Steidl o Tomatito. Por las grandes plazas –incluida la de toros- han pasado Ana Vidovic, Alejandro Sanz, Sinfonity, David Russell, Michael Schenker o un Fito Cabrales que reventó el Teatro de la Axerquía la última noche.
Precisamente fue ahí, en la Axerquía, donde dos días antes tuvimos la ocasión, la gran suerte, de asistir al concierto de Robert Cray. Atontados y emocionados caminábamos después de vuelta a casa, rodeando la Mezquita dentro de un silencio de nocturno patio andaluz. Cray no solo interpretó algunas canciones del reciente y tristón Nothin but love (2012). En el repertorio también se incluían I’ll always remember you, Poor Johnny, I can’t fail o una inevitable Smoking gun que sirvió casi para finiquitar la noche. Con un sonido inmaculado y en un recinto con duende, Cray, que en agosto cumple 60 tacos y aparenta la mitad, encandiló a todos gracias a un soberbio encuentro de blues y soul, emoción y divertimento, lágrimas y risas. Noche perfecta, ya ven, en la que, encima, terminamos enamorándonos del carismático Jim Pugh y su órgano. Todo muy erótico.
Antes, Los Coronas consiguieron subir la temperatura gracias al infalible surf-rock instrumental que predican. Siguen presentando Adiós Sancho (2013), su último trabajo, sin olvidar momentos pretéritos y alguna que otra versión –Misirlou, que sonaba en Pulp Fiction, o Flamenco, de Los Brincos- que terminaron convenciendo a un público que, en su mayoría, nunca habían oído hablar de ellos.
El sábado nos esperaba en el Gran Teatro la formación de James Carter acompañados del guitarrista Joe Louis Walker, un tipo que ha tocado con infinidad de artistas de primer orden y que llegaba a Córdoba como gran invitado de honor. La primera parte del concierto la protagonizó el trío de jazz: James Carter (que toca el saxo tenor, alto, barítono y soprano, y también el clarinete o la flauta), Leonard King (batería) y Gerard Gibbs (órgano Hammond B3). Carter se desenvuelve con soltura y acapara todo el protagonismo, especialmente a la hora de resolver unos solos extremos, llenos de efectos de percusión a modo de staccato. También se muestra hablador con el público y, si es necesario, se pega unos bailes en el escenario. Con la llegada de Walker aterriza también el lado más blues y rocanrolero de la noche. Su voz, guitarra e imagen dan para ello y algo más. De hecho, terminan echándose en falta más intervenciones donde él lleve la batuta. Pero la combinación termina funcionando, y el público así se lo demostró con una notable ovación al encenderse las luces del teatro. Esperamos volver el año que viene para seguir disfrutando de este tipo de propuestas y también, entre riff y riff, de raciones de salmorejo, flamenquín o boquerones en vinagre, sin olvidar alguna tarta de queso casera que también cayó o las inmensas tortillas del Santos ¡Solo de pensarlo se nos hace la boca agua!
Fotos: Lorena Rodríguez
Podéis ver más fotos de los conciertos aquí.
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