Christina Rosenvinge (La Cochera Cabaret, Málaga, 14-12-2012)
Hola, Cristina. Siento importunarte de nuevo con otro correo, pero me resulta complicado resistirme. Hace unos días volví a verte en Málaga. Fue en La Cochera Cabaret, con unas pocas velas repartidas por la sala como única iluminación. «¡Qué intimidad más propicia!», pensé. Cuando saliste al escenario y agarraste la guitarra te observé bien, especialmente de cintura para abajo. Al día siguiente alguien me comentó que parecías una modelo, y la verdad es que no iba mal encaminado. Te acompañaban, una vez más, Aurora Aroca y Raúl Fernández «Refree» para presentar el recopilatorio Un caso sin resolver.
Te noté contenta y juguetona desde ese comienzo con Tú por mí y La distancia adecuada, sonriendo e improvisando, pese a que volvieras a contarnos que tu madre veía normal eso de las chanclas con calcetines durante los veranos en Estepona. Tampoco importa que se te olvidara la letra de Negro cinturón. Al fin y al cabo, tras desistir de tocarla –«¡qué desastre!», exclamó Raúl- nos recordaste cómo acababa la cosa. En la extensa Canción del eco, convertida en un suspiro a través de tus labios, tomé la decisión: me levantaría en cualquier momento, cerveza en mano, para proponerte, ahora sí, un matrimonio sin fecha de caducidad. ¡Hasta que la muerte nos separe, si es que tiene valor de ganarme al ajedrez!
Pero, como ya sabes, eso no ocurrió. El mes que viene volverás por aquí con el espectáculo Antagonista, acompañada del poeta malagueño Alejandro Simón -que el viernes cantó junto a ti Eclipse, lo sé, lo envidié-. Aprovecharé la oportunidad, lo prometo. No fallaré.
Foto: Álvaro Cabrera.