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El Hijo (junio 2007)

Abel Hernández es el nombre que se esconde tras el proyecto de El Hijo. Las otras vidas, publicado en el sello Acuarela, es su tercer trabajo. El pasado 11 de junio, en una cafetería frente al Círculo de Bellas Artes de Madrid, Abel nos habló de su trayectoria en solitario y su nuevo álbum.

¿Cómo surgió la idea de llamar a tu proyecto El Hijo?

Había que ponerle nombre y, lo típico, te haces una lista en la que todos te parecen horribles. Y el último día, acababa de terminar la grabación de La piel del oso (Acuarela, 2005) en Madrid, y tenía que confirmar un concierto en Barcelona, en la Pedrera, y claro, no sabía cómo iba a llamar a aquello. Estaba con unos amigos, hablando de otras cosas, y de vez en cuando decía «¡Que no tengo nombre! Estoy un poco agobiado, ¡mañana tengo que tener un nombre!». [risas] Entonces, de vez en cuando decían alguna tontería medio en broma, otras veces más en serio, y de repente alguien dijo «¿Por qué no te llamas El Hijo?». Pues sí, ya está, me gustó. Hay razones personales, pero vamos, me gustó el juego de palabras con el verbo elegir, me pareció bastante propio para algo que era un camino en el que tenía que elegir dónde iba. Por muy acompañado que pueda estar, es un proyecto personal. Podría haberlo llamado de cualquier otra manera, aunque quería un nombre en castellano y que no fuera de una sola palabra, y no quería llamarlo como me llamo yo. Pero no tiene nada que ver con la película y todas esas cosas. En definitiva me gustó como sonaba..

Hay diferencias notables entre La piel del oso y Las otras vidas, quizás a nivel conceptual y, sobre todo, instrumental. ¿Ha habido alguna intención de evolución en alguno de esos aspectos?

Sí. Cada disco se plantea según las canciones que hay y en el momento en que estás. Yo creo mucho en los discos como fruto de un momento. Me encantan esos discos que han sido trabajados durante muchísimo tiempo y que han desesperado a las compañías de discos, a los productores de estudio y a los propios músicos, pero en general prefiero discos que capturan algo en ese momento, no tirar de canciones muy viejas y todo esto. Sí que ha habido una serie de planteamientos de producción y de querer conseguir un sonido particular para cada canción, quizá en La piel del oso se buscó una mayor cohesión de sonido, también con la idea de capturar lo que Raül había sacado con el piano, Mole con la batería, muy básica, y yo con la guitarra y la voz, sólo que luego metimos una capa de embellecimiento. Tampoco fue buscando que quedara bonito, para nosotros tenía mucho sentido en ese momento. Yo creo que nos pasamos un poco y una de las pautas para este nuevo disco era no caer en nada demasiado recargado, tirar un poquito más del sonido que podíamos conseguir los cuatro a la vez y meter un arreglo cuando lo tuviéramos claro.

No es algo demasiado premeditado, Las otras vidas se ha grabado en poco tiempo, se ha preparado en apenas cinco días. Había tres canciones que ya habíamos tocado en directo, aunque con una forma algo diferente de como han quedado en el disco. Y luego había una serie de canciones que ellos no conocían y que se han trabajado en ese pequeño tiempo que hemos tenido. Se ha grabado todo en una semana, muy poco tiempo. Entonces, las pautas eran, básicamente, no caer en una producción demasiado grandilocuente, evitar perder de vista la canción en cuanto a guitarra y voz, que era lo que yo llevaba básicamente a los músicos y, a partir de ahí, trabajar dejándonos guiar por la intuición y capturando el rollo que tenía cada canción en ese momento.

Siempre hay un proceso de cambio al pasar de la composición en inglés al castellano. Es casi de ley preguntar cómo ha sido para ti ese proceso. ¿Fue algo premeditado?

Fue una necesidad que tuve que afrontar en un determinado momento. Yo me sentía muy cómodo con el inglés, tan cómodo que hubo un momento en que dije «No puede ser, tengo que intentar tirar un poco más de mí, sacar algo más». También me daba cuenta de que, como lengua, el inglés se me quedaba muy corto porque no es mi lengua materna, ni siquiera la manejo bien, no soy bilingüe, tengo un inglés decente tirando a medio. El inglés me había dado una serie de posibilidades durante un tiempo, que estaban en esa misma debilidad, en esa misma fragilidad del conocimiento del inglés, encontraba herramientas para funcionar con las letras y para expresar, pero hubo un momento de necesidad de tirar al castellano. También era un reto, insistencia de gente cercana que te va diciendo cada dos por tres «¿Por qué no intentas cantar en castellano? Que no te entiendo». Así que fue un propósito que tuve: «Me voy a poner a escribir canciones en castellano a ver qué pasa».

Las primeras semanas fueron un poco duras porque nunca me había puesto a escribir letras de esa manera, siempre había sido más un proceso de andar tocando con la gente con la que tocaba, y hay determinados meses en que uno está más caliente y salen más letras. Las primeras tentativas fueron desesperantes, no me gustaba nada y no me sentía cómodo cantándolas, pero tampoco tenía nada que perder, nadie me estaba poniendo la pistola en la cabeza, así que continué y hubo un día que encontré algo y me sentí muy contento. A partir de ahí seguí, fui encontrando recursos propios.

Hablando de las letras, en Las otras vidas he percibido que son muy poéticas, quizá esquemáticas. Corrígeme si me equivoco, pero me parece que, aunque cuentas historias, es muy difícil sacar como conclusión una historia específica de cada canción. Por ejemplo, tengo metida en la cabeza la canción Bosques son, me gusta mucho la letra pero no sé muy bien de que habla. Realmente, ¿cómo ha sido la elaboración de las letras de este disco?

Sí, bueno, la fase de la que te hablaba en la pregunta anterior era pensando más en La piel del oso, y sobre todo antes de que existiera ninguna idea de ese disco ni del proyecto, cuando ni siquiera estaba claro que eso fuera a llegar a algún lado. Era un reto musical que me había puesto a mí mismo y ya está. A partir de La piel del oso, ya hay una especie de resultado que veo publicable y me encuentro con una compañía de discos y unos músicos. En ese momento a Mole casi no le conocía, pero por ejemplo Raül me merecía un gran respeto el que le pareciera que el disco era algo potable, también eso ayudó. A partir de que La piel del oso estuviera publicado ya me metí en una fase de mayor seguridad. También coincidió con Canciones gringas (Acuarela, 2006), el adaptar canciones del inglés y encontrar unas versiones propias que me sentía muy a gusto defendiendo me dio más aplomo. Y la mayor parte de las canciones de Las otras vidas, todas menos Saturnalia y En medio del llano, son canciones de un nuevo momento, posteriores a Canciones gringas. Vale, ahora cojo el hilo de la pregunta. [risas] Sólo quería dejar claro que lo de la anterior pregunta es previo a la publicación de La piel del oso.

Un poco el primer contacto con las composiciones quizá más arriesgadas o el reto del que hablabas…

Sí, lo de La piel del oso yo ahora lo veo, y ya lo veía entonces, como balbuceante, de hecho el título del E.P. va un poco por ahí. Quería que la gente decidiera si el oso estaba cazado o no, venía un poco de la frase de «Vender la piel del oso antes de cazarlo». Que cada uno decidiera si El Hijo había cazado el oso o estaba vendiendo una piel que aún no tenía en su poder. Y en Las otras vidas, en cuanto a la pregunta, hay de todo un poco. En parte estoy de acuerdo, pero no buscaba que fueran particularmente poéticas. Poesía y música pop, rock o como la queramos llamar, creo que hay que usarla bastante con cuentagotas, por lo menos a mí no me interesa demasiado esa faceta de la música pop, me interesa más que desarrollen un universo personal. La gente que me gusta es porque creo que desarrollan algo personal, no necesariamente porque utilicen o no recursos poéticos. Me valen las dos cosas, pero una carga demasiado poética no es lo que yo buscaba con las letras. Sí que hay algunas letras que son, en mi opinión, más narrativas y que pueden contar una historia. El problema quizá sea que no cuentan una historia que sea demasiado narrativa en sí, sino que cogen un fragmento. Como En medio del llano, que para mí es una canción puramente narrativa, pero habla de un momento extraño de la vida de un personaje que tampoco se acaba de saber muy bien quién es ni de donde viene, si viene a caballo o no, qué está haciendo, por qué va por ahí en medio del llano… Pero para mí sí es una canción narrativa más que lírica.

Luego hay otras canciones como Bosques son que sí parten de algo más inconsciente, donde lo narrativo pasa a un segundo nivel. Es una canción complicada de entender incluso para mí, ya que tampoco sé muy bien de qué estoy hablando, o quizá lo sé pero… Al principio partí de puras intuiciones, que es lo que siempre hago y desde donde siempre parto, escribí «Este hotel es como un bosque» y luego fui tirando y viendo cosas. Otras cosas que he escrito en otro momento las reúno y combino, pero a partir de que empecé a tener material… A ver si te respondo ya de una vez a la pregunta. [risas] Es que es una pregunta muy complicada. De hecho Bosques son habla de esto, habla de que una canción no es algo que yo pueda pensar «Voy a hacer una canción sobre esto y va a tener estas estrofas y estos motivos…». Habrá gente que funciona así pero yo soy incapaz. Esa canción habla de cómo en un conjunto de canciones ellas mismas tienen una especie de autoridad, de funcionamiento interno que te hacen ir de un lado para otro, incluso aparecen personajes que ya has inventado para otros temas y que se cuelan en otras canciones, lo digas o no materialmente en la letra. Y bueno, con Bosques son, a partir de que hubo algo concreto funcionó como un juego de espejos, por eso es difícil de entender, porque los propios motivos esenciales de la canción como el hotel, el bosque, la canción, que es la del hotel… Todo está reflejándose en todo, por eso es una especie de absurdo. Me gusta verlo como una canción un poco rollo Borges, tiene un punto imposible de resolver, y me apetecía hacer una canción así. Empezó siendo algo que se me iba de las manos y acabó siendo algo que dije «Está bien así, no la voy a aclarar más, no voy a hacer una versión más digerible y que de repente se convierta en una canción de amor simplemente», aunque también es una canción de amor, una forma de decir que si no hay a quién cantarle uno no canta, y que la canción muchas veces es una pura necesidad de cantar algo.

A nivel de sonido y producción, Las otras vidas es quizá un disco más fresco, más desnudo. Incluso has comentado que está grabado en muy poco tiempo. Aparece incluso el concepto de «cantautor», ya que se ve claramente un autor que hace algo, hay una personalidad. ¿Tenías claro que querías ese sonido, ese espíritu más puro en el disco?

Sí, esto son acuerdos también con Raül, el productor. Tomamos esta decisión porque creo que se nos ha olvidado este concepto y Raül ha funcionado como un productor muy a la vieja usanza, alguien que está durante todo el proceso hasta el punto de decirte «Esa canción está floja, trabájala más por aquí». Luego ya le haces caso o no, pero ha funcionado así. En lo que más coincidíamos los dos era en que había que mantener lo que yo traía de mi casa, lo que le iba enseñando, y no sofisticarlo demasiado para convertirlo en algo que sonara de otra forma. No sé, me puede dar por otro lado, trabajar con otra gente o con Raül de otra manera en el futuro, pero de momento me apetecía hacer eso. Creo que sí, está desnuda; hay canciones en que no hay prácticamente nada excepto guitarra y voz, cosa que siempre me cuesta ver, ya que sabiendo que tienes un estudio, unos músicos y mil posibilidades de mezclas y efectos…

Sí, te entran ganas de meter de todo.

En esto es muy responsable Raül. Para Bosques son, por ejemplo, la idea de que hubiera un fondo turbulento, extraño, casi ruidoso por debajo, sí que se hizo, pero se mantiene en un plano que deja respirar la voz y la guitarra. Y el Vals de los besos, que sí podía haber sido una canción más de banda, él se empeñó en que no, en que era una canción de guitarra, voz y piano eléctrico. Al final metimos una pandereta y un coro, pero poco más.

La piel del oso era un poco más recargado en cuanto a cuestiones de arreglos y este disco es más orgánico, como más natural.

Sí, en La piel del oso me encontré por primera vez trabajando con alguien que era arreglista, contratamos un cuarteto de cuerda y tuvimos gente que tocaba vientos muy bien. Cuando se avecinaban los días de la grabación yo presioné a Raül y le dije «Hazte un arreglo aquí y luego lo quitamos si no». Y al final es muy difícil quitar eso, cuando alguien te presenta un arreglo muy chulo, luego cantas sobre eso, y cantas de otra manera, es complicado. Hay que tenerlo más claro previamente. En ese caso Raül era también el productor, pero la responsabilidad del recargamiento es más mía que suya.

De todos modos, los discos son muy diferentes y parte básica de esa diferencia son los arreglos, pero particularmente a mi me gusta mucho La piel del oso precisamente por los arreglos, me parecen muy buenos. Era el primer disco, pensé «Bueno, no sé, ya haré otro sin arreglos, venga vamos a meter aquí». [risas] No sé, casi todas las entrevistas, gente de medios e incluso amigos u otros músicos me dicen que igual nos quedó un poco recargado. Y sí, es verdad, igual alguna canción quedó un poquito blanda con respecto a cómo podía haber quedado si no hubiéramos insistido tanto en ese tipo de instrumentación, pero vamos, por mucho que hagas tú los discos se defienden solos y se caen solos..

Personalmente con La piel del oso me quedé más con los arreglos que con las canciones, con Las otras vidas me pasa un poco lo contrario, la canción es más canción.

Puede ocurrir quizá porque las canciones de La piel del oso necesitaban un mayor aparato en el que apoyarse, y en las de Las otras vidas menos. Quizá por eso me gustaría pensar que también es porque uno va aprendiendo algo, sintiéndose más cómodo y cantando de otra manera, con más aplomo y seguridad. Todo esto puede hacer que te fijes más en la canción, bueno en todo caso eso es cosa del que escucha el disco.

¿Te sientes más privilegiado en el sentido en que tienes la libertad de hacer un disco como el primero y ahora puedes cambiar un poco esas tornas y hacer un disco algo más diferente? Hablamos de una discográfica independiente pero, bueno, no es tan fácil que a alguien se le den estas oportunidades.

No lo sé, supongo que no será tan fácil. Yo es que me camelo a la compañía. [risas] No sé, pero eso se me escapa un poco, hace que no oigo La piel del oso no sé cuánto. Son impresiones vuestras, pero doy la razón en la medida en que puedo entender por dónde vais y creo que sí, que algo de eso hay.

Tienes a Xavi Molero, Raül y Kieran como banda, pero El Hijo no deja de ser un proyecto personal tuyo.

El Hijo es mi proyecto y toco con unos músicos que están muy comprometidos con la historia y que, lógicamente, también ponen su granito de arena sobre cómo funcionan las canciones, cómo suenan… Y Raül, que hay que darle su parte de culpa en la producción.

¿Cómo sientes este «enfrentamiento» ante un proyecto en solitario? ¿Ves mucho cambio, o es algo que deseabas mucho hacer?

Sí, después de muchos años en Migala, que era un grupo muy numeroso y donde todo el mundo tomaba decisiones y eso era lo que hacía bonita la experiencia, me apetecía un poco lo contrario. Igual que te he dicho antes, lo de que prefiero los discos que hacen una especie de foto-finish de un momento, de un estado o situación, incluso que a veces traspasan y muestran un poco la sociedad donde vives, no digo que sea mi caso, si no que a veces esos discos lo consiguen. También creo que es muy interesante que cuando uno lleva un proyecto en solitario deje espacios a la gente que toca y trabaja con él, en todos los campos, incluso en el diseño y todo eso. Eso ha sido quizá el mayor cambio, el de pasar de un proyecto muy colectivo en el que uno estaba muy metido en todas las decisiones porque había que discutirlo todo, a otro en el que tú tomas las decisiones fundamentales y luego dejas espacios y pones límites en función de cómo ves tú las cosas. Pero dejas trabajar al del estudio de grabación, al productor, a cada músico, y les das su grado de autonomía, por supuesto, para que den lo mejor que crean que pueden dar a la canción.

En los aspectos un poco más externos ¿quizá se simplifica un poco eso?

Cada uno funciona como puede y como quiere. Yo tengo la suerte de tener a esta gente que me acompaña, que se ha comprometido mucho y al mismo tiempo toma decisiones en el campo que tiene para tomarlas.

Hay una pieza instrumental oculta en la última pista del disco, que tiene que ver con la temática del álbum pero se diferencia del resto en muchas otras cosas. ¿Cómo surgió esta idea?

Bueno ese es el fondo de Bosques son sin la guitarra y la voz, además dura lo mismo. Con esto voy a quedar guay porque voy a ser muy coherente con lo que acabo de decir de lo de la foto-finish. [risas] Es un momento en que estábamos mezclando en el estudio Masnou este ambiente, porque la guitarra y la voz ya sonaba, bueno, las voces, porque hay varias voces; parece que no pero las hay, y de hecho con diferentes melodías solapadas. La idea era que hubiera dos voces funcionando a la vez y cada una con una melodía, pero al final optamos por que la melodía originaria estuviera por encima de la otra, que a veces aparece y a veces no. Cuando ya tuvimos todo eso nos pusimos con todo ese ambientillo que habíamos hecho, que fue una improvisación hecha con varias vueltas. Lo explico: poníamos el tema, las guitarras y voces ya estaban grabadas en el estudio de Paco Loco, cogimos un par de instrumentos y varios pedales, en general Raül tocaba y yo manipulaba los pedales a la vez, se fue grabando. Teníamos de repente un conjunto de movidas chungas que hubo que ordenar, quitar, pulir, bajar, subir… Cuando estábamos terminando eso yo decidí que aquello valía en sí, era muy chulo, me gustaba y lo íbamos a meter en el disco, y así lo hicimos, ni siquiera es un track oculto pero sí la típica sorpresilla que te encuentras si aguantas un minuto de silencio. El del estudio lo llamaba «animales del bosque». [risas] Un poco el fantasma, los hombres con larga barba disfrazados de reptil, el mismo sonido de ese bosque raro, que es un bosque psicodélico, como inconsciente, mental, y por ahí va precisamente la canción y la reflexión sobre dónde vienen las canciones.

En eso no me había fijado. Me ha sorprendido que fuera justo el fondo de Bosques son, es curioso porque tampoco me parecía que fuera muy premeditado.

Pocas cosas se premeditan, vosotros pensáis que así es, pero se premeditan poco. Hacemos lo que podemos.

Tenéis una minigira por Francia en la que también tocará Refree y otros grupos. ¿Cómo será este formato?

Es un experimentillo que puede molar: Raül va a tocar sus canciones sólo, con el piano y guitarra. En alguna a lo mejor toco con él, hago algún corillo y eso. En general la idea es que él toque sus canciones y también El Hijo, yo con la guitarra y cantando y él con el piano.

Este sábado tocarás en la sala Neu! de Madrid con banda. ¿Qué diferencias tenéis entre el formato acústico y el eléctrico?

Este sábado toco con los tres que han tocado en el disco, en la sala Sidecar de Barcelona el día 29 será lo mismo. Y en Francia será acústico, acabamos de hacerlo así en un showcase en la sala Castelló de Barcelona para aquellos que habían comprado el disco. También haré conciertos yo solo. Lo bueno de esta historia es que la formación puede variar, aunque ahora mismo me entusiasma bastante el rollo que hicimos en el showcase de Barcelona, guitarra, piano y voz. En la Fleche d’or en parís, tocaremos con otros tres grupos, Luminescence, que son canadienses. Es un cartel muy raro, cinco grupos gratis en la Fleche d’or un lunes, no sé…

¿Gratis en la Fleche d’or? Pues ya es raro….

Yo creo que han juntado dos planes que había y los han puesto el mismo día y se han dicho «Bueno, ¿cómo vendemos esto? Pues no lo vendemos, venga gratis». [risas] Creo que tocan unos franceses, unos estadounidenses, estos canadienses y luego Refree y El Hijo.

Entonces el tema va bien por Francia.

Está muy bien porque el disco en Francia saldrá en septiembre pero ha habido esta iniciativa para la prensa y para empezar a mover todo. La idea es hacer una gira más amplia con todo el grupo para otoño, por Bélgica también..

En un formato con banda como el que tienes ahora, con tantos matices en los temas de La piel del oso, ¿cómo los vais a trasladar al directo? ¿Desnudáis más las canciones?

Las canciones de La piel del oso están en un momento diferente a cuando se grabaron, así que tienen que «vivir su momento».

Sigue habiendo mucha presencia de piano y guitarra, una batería quizá un poco más presente, y hay bajo, que en el disco no había. Tienen un rollo más parecido a cómo suenan las de Las otras vidas. Es lo que podemos hacer los cuatro tocando, no va a haber cuerdas ni nada de esto en directo en principio.

Y los festivales, ¿serán también con este formato?

Pues sí, me gustaría. Es un formato realmente de guitarra, batería, bajo, teclados y voz, podemos hacer diferentes tipos de registro, pero bueno es cuestión de que los festivales llamen.

Parece que los festivales cada vez se están orientando a música más rock, o más potente.

Sí, hombre, eso lo entiendo. Lo que no vamos a hacer es tocar más garrulos porque haya que sonar más fuerte. Pero sí hay opciones, por ejemplo en Francia hay bastantes posibilidades de que hagamos algunos festivales gordos en otoño, y habrá que plantearse cómo hacerlo, ya que no es lo mismo tocar en un lugar más pequeño, de una forma más intimista, que en un teatro con un piano de verdad, que suena todo muy bien, que hacerlo en un festival donde tienes treinta minutos y todo lo que hay alrededor es más fuerte. Realmente los grados de registro son muy fácilmente alterables, yo creo que no tendríamos demasiado problema para sonar un poco más acordes.

En el fondo no son instrumentos especiales, pero sí es verdad que parece que hay que meter más caña porque es un festival. No es lo mismo tocar al aire libre para veinte mil personas, como en el FIB, a tocar en la Galileo para seiscientas.

Dios te oiga. [risas] ¡Brindo por ello!.

Si nosotros llevamos trescientas personas en el primer aniversario de la web, tú lo tienes fácil… Es una sala genial, a mi cada vez me gusta más para conciertos.

A mí me encanta. Lo de tocar ahí sí que ha sido muy premeditado.

No sé, sobre lo de antes, el formato puede cambiar. De todos modos creo que en los festivales grandes también hay propuestas digamos, más tranquilas. Lo que pasa es que parece que sí hay una tendencia a no llevarlas demasiado.

O situarlo a primeras horas.

Hombre, yo recuerdo a Thalia Zedek en el FIB e iba con la guitarra, con batería y no sé si con bajo y guitarra o menos, vamos. Y como esto puedo acordarme de veinte o treinta más. Es cuestión de cómo te programen y de la fe que tengan los que programan para llevarte y darte unas condiciones mínimas de lugar y de tiempo. Tampoco descarto algún músico más para la gira de otoño por España y Francia, dependiendo de cómo vayan los conciertos..

¿Se está convirtiendo Francia en una plataforma para grupos españoles?.

Ojalá.

Empieza a haber quizá cierta inquietud en Francia por grupos españoles, y parece que ahora se dan cuenta de que bajo los pirineos hay cosas interesantes.

Yo he vivido la historia con Migala, que es bastante particular, porque llegamos a licenciar el disco allí, me viene un poco menos de nuevas. Nosotros hemos tocado con Migala en Francia en muy buenas condiciones, con mucho respeto. Para El Hijo es diferente porque es otra propuesta, es en castellano y hay que ver qué pasa, quiero decir que a mí tampoco me extraña tanto. Pero sí es posible que ahora haya un poco más de acercamiento del público francés hacia lo que pasa en España.

Por lo que yo he visto hay muchísimo acercamiento al «tipical spanish fusion». Por ejemplo en noviembre fue a tocar a París Ojos de brujo y se agotaron las entradas, llenaron una sala enorme. Es más, esa música les va mucho, y eso ocurre en todas partes. Pero al igual que viene a España un grupo del lugar más perdido de Canadá y hay público para verlo, ahí ocurre lo mismo. De alguna forma es gente que se entera aunque no haya habido una promo bestial. En eso no creo que haya tanta diferencia, aunque sea un público muy minoritario, allí hay medios como webs o prensa especializada que se molestan en hablar también de grupos españoles

Lo cierto es que el single acaba de ser portada de «Magic», que es bastante gordo, y además con todo merecimiento, en mi opinión. En el fondo son públicos bastante gemelos, pero quizás los franceses tienen la ventaja de que llevan más años más entregados a la curiosidad y más despectivos con respecto al mainstream. Yo por ejemplo he tocado con Migala con Piano Magic, Dominique A, Barbara Manning y cosas así, en un festival en Vendome, que es un pueblo de cinco mil habitantes, en un festival superbien montado, llenísimo y alucinante. El ver a chavales de quince años cantar una canción de Dominique A, y al lado señores y señoras de cincuenta y pico, que están obnubilados con Barbara Manning… Creo que aquí se nos va un poco porque hay muchos menos años de cierto cultivamiento del terreno. Y además aquí impera más la juerga por encima de la música.

Se nota, no digo que un público sea mejor ni peor que el otro, pero sí que el de allí suele estar más callado por lo general. Es raro que vayas a un concierto en que tengas que mandar callar a la gente…

Bueno, y si la montas… También recuerdo el último concierto que dimos Migala en París. Fue increíble, el ambiente fue de total desmadre, un ambiente que nunca podríamos conseguir en Madrid o Barcelona, o en A Coruña o donde sea. De decir «Pero estos franceses están totalmente locos», de acabar como una auténtica locura. Y claro, eso mola mucho. Al igual que pueden aguantar algo que puede ser más chapa y que requiere un cierto grado de concentración, pues si les das un poco de locura, salen por otro lado. Llevan más años, y han tenido otro tipo de artistas en los 60 y 70 y se nota.

Si hablamos de radio, por ejemplo, tienes unas cinco emisoras de radiofórmula, que no dejan de ser emisoras comerciales pero ya hay un ligero matiz, es decir, puedes escuchar de todo. Te pueden poner Dominique A, hip hop, éxitos comerciales, pero no es, con todos mis respetos, un 40 Principales. Tienes más elección.

Es eso, luego allí vas a una ciudad más pequeña o a un pueblo grande y todo el mundo va a ver lo que hay, y aquí te comes los mocos. Ésa es la diferencia.

A parte de El Hijo, ¿tienes algún proyecto más en mente?

Acabo de terminar una banda sonora para un corto de más o menos quince minutos, que ha sido bastante curro porque al final he hecho como ocho o nueve piezas. Por lo demás, ahora mismo no estoy metido en nada más, supongo que seguiré produciendo discos de otros cuando me ofrezcan cosas interesantes, y lo de Emak Bakia, que está ahí siempre encima de la mesa, pero ahora Coque está con su proyecto, Num9, está todo más apagado, pero siempre que nos vemos, que nos vemos mucho, lo hablamos, a ver si hacemos algo. Pero es difícil cuando estás metido en un proyecto ya más personal, es como una relación estable, acapara más tu tiempo y tu amor.

Autor: Ana Franco
Fotos: AcuarelaDiscos.com

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