The Strokes – First impressions of Earth
De forma absolutamente distinta, con más profundidad, una producción más limpia y más minutos de música que en sus dos anteriores álbumes, se presentan en este 2006 los neoyorquinos The Strokes. Con una impecable producción de David Kahne, la calidad musical está más presente que antes, con sorprendentes riffs de guitarra, sólidas y a veces bailables líneas de bajo y mucha energía tras la batería. La letra se hace más profunda y abstracta y nuestra primera impresión al escuchar el disco entero se hace más dura que en sus realizaciones anteriores. Buena señal.
The Strokes han variado musicalmente su estilo, algo que se agradece ya que a estas alturas se repetían demasiado. Siempre es de aplaudir el buscar nuevas vías y nuevos caminos pero sin parecer pretencioso, y en First impressions of Earth (Sony BMG) lo consiguen de forma radical y magistral. No obstante, incluir casi una docena de joyas en una obra tan larga no está a la altura de muchas bandas a día de hoy, sean éstas más o menos originales o comerciales. Y mucho menos el dejar a un lado la complacencia y rasgarse las vestiduras.
El álbum arranca con You only live once, un potente, magnífico y a la vez extraño tema, que fue cara B de su primer disco. Sorprende escuchar la voz de Casablancas interpretando tan bellamente esta pieza de rock como nunca lo había hecho antes. Arranque colosal que precede al que ha sido su primer single, Junglebox, que mantiene una línea desgarradora de principio a fin y que se caracteriza, como la mayoría de temas, por una cantidad enorme de cambios melódicos y de ritmo, en la misma línea que Heart in a cage, el tercer corte.
Y es a partir de aquí donde arranca la vena «popera» y el álbum empieza a mostrarnos su verdadero rostro con temas tan geniales como On the other side o la preciosa Razorblade, mal interpretada por muchos como reggae barato, seguramente porque no se han lavado los oídos. Es de notar que a medida que el disco se escucha no pierde en ningún momento ni la fuerza del arranque, ni se hace monótono en ninguna ocasión, salvo quizá Ask me anything, tema que seguramente no habría entrado en un álbum más corto y de menor duración.
Hay que quitarse el sombrero ante la cantidad de temas de calidad que ha producido la banda para la ocasión. Aparte de los ya mencionados, maravillas como Vision of division, con un fenomenal solo de guitarra, Killing lies, Fear of sleep, Evening sun o la que podría resumir el álbum al completo por su construcción, uso melódico y abstracta letra: Ize of the world, probablemente lo mejor del disco. El cierre corre a cargo de dos temitas cortos y blandos, 15 minutes y Red light. Bajo mi punto de vista el álbum tendría que haberse quedado en 12 canciones, ya que 14 se antojan demasiadas para lo que pretende, aunque la finalidad se consigue de todas formas.
Estamos ante lo mejor del inicio de 2006, una obra que no entra a la primera, pero que se deja degustar en posteriores escuchas. Y aunque The Strokes hace tiempo que entró a formar parte de la paranoia comercial, las patéticas radio-fórmulas y los fans imberbes, se debería ser justo con el producto y dejar a un lado los siempre cegadores prejuicios. Efectivamente, esta banda está más valorada de lo que realmente debería, pero la culpa la tienen quienes endiosaron sus dos primeros álbumes.