FIB Heineken 2004 (Benicàssim, 5, 6, 7 y 8 de agosto de 2004) Parte I
Jueves, 5 de agosto
Aldo Linares
Con una puntualidad meridiana y con algunos técnicos todavía subidos a lo alto del Escenario Verde dio comienzo el FIBSTART, y con él la décima edición del FIB Heineken. Como no podía ser de otra manera, el encargado de semejante tarea y con carácter testimonial volvió a ser, como cada año, Aldo Linares, quien fuera en su tiempo dj de la antigua Sala Maravillas de Madrid.
Comenzó con la versión del Personal Jesus de Depeche Mode a cargo del fallecido Johnny Cash, pero no fue la única mítica que dejó caer durante esa media hora que separaba la apertura de puertas de la primera banda de la cita. También sonaron el Love will tear us apart de Joy División, el Music non stop de Kraftwerk o el First of the gang to die de Morrissey -quién iba a decirle a Aldo que dos días después ese “avance” no quedaría refrendado en concierto por el ex-Smiths-.
The Sunday Drivers
Los toledanos volvieron a hacerlo. El directo de esta banda supera sus discos por el camino de la intensidad como si hacerlo fuera lo más fácil del mundo. Con un set que iba de menos a más, partiendo de los temas menos conocidos hasta la apoteosis final que encadenó Time, time, time, On my mind y Little heart attacks. Resultó ciertamente estimulante acudir con ellos al recuerdo de las míticas bandas de rock, y a esos trepidantes solos de Hammond que dan a la cita un toque sutil a la par que vibrante.
Desde luego se nota que tienen bien aprendidas las tablas y que el escenario es su hábitat. Siguiendo la senda por la que ahora marchan no será difícil volverlos a ver de nuevo en ese mismo Escenario Verde como cabezas de cartel nacional.
Maga
Empieza a ser preocupante que un grupo que no tiene en sus discos parecido alguno con Los Planetas adquiera los vicios de los granadinos en el directo por culpa del sonido y que a su vocalista, Miguel, se le entienda tan poco como a J en algunas ocasiones. Y es que, salvando algunas canciones en las que la voz adquiría más presencia, es dudoso que alguien ajeno a su música entendiera qué decían sus letras.
Comenzaron con Astrolabios, auténtica piedra de toque de su segundo largo, para continuar con el himno contra la incomprensión y la hipocresía que es Piedraluna. Pero en temas como Un lugar encendido quedó patente que nunca podrán llegar al nivel de sus discos en directo si tienen que explotar la electrónica y prescindir de coros, triángulos o violines, según el caso. Una lástima, porque su pop onírico empieza a tener una auténtica horda de seguidores, tal y como quedó demostrado al anunciar que se iban con, por supuesto, Des-pi-de.
Tim Booth
La figura del cabeza de cartel del FIBSTART empezó a ser uno de los mayores males de la organización desde el mismo momento en que Paul Weller renunció a venir allá por el mes de junio. Desde entonces, y hasta apenas seis días antes de que tuviera lugar el FIB, seguía siendo un quebradero de cabeza, no aparecía el artista idóneo. Finalmente, se anunció a Tim Booth, que ciertamente no se puede decir que esté a la altura del abuelo mod.
Tampoco pintaban mejor las cosas cuando se perdió el equipaje del ex-líder de James. No obstante, y pese al extravío, Booth salió a escena junto a la formación que le viene acompañando durante la gira de su primer álbum en solitario, Bone. Así, con peores armas que en su última visita a España hace escasos dos meses (AVant Festival 04), volvió a derrochar energías con sus esquizofrénicos bailes y a apoyarse en el misticismo de su teclista. Sonaron convincentes Monkey god, Love hard o Bone, buques insignias de éste su primer trabajo. Quizá, a sabiendas de las limitaciones dadas por el equipo, trató de compensarnos acudiendo al cancionero de James para tocar Laid y Sometimes en formato downtempo. Si bien no sonaron tan excepcionales como el sonido que aquellas tuvieron en su momento, sí dejaron buen sabor de boca, pues su letras se prestan a esa rara dulcificación. Terminó por convencer desde su carisma, con su deseo de hacer entender qué significaban todas y cada una de las canciones que iba a interpretar, todo un detalle. No fue Paul Weller, pero tampoco se le podrá echar en cara.
Ash
Es probable que los fans de los norirlandeses o quienes ven en su nuevo trabajo una fuente de ejercicio físico salieran satisfechos del trance, pero el concierto no tuvo ninguna historia. Reparto de tiempo por igual entre los temas del último disco Meltdown y los grandes éxitos de la banda como Girl from Mars, Kung fu o Burn baby burn.
En directo vivimos un recrudecimiento extremo de sus canciones, la pérdida de la melodía en sí, y en su lugar quedó un concurso de distorsión guitarrera sin más patrón que la aleatoriedad que acallaba cualquier letra que pudiera subyacer, mención aparte del recurso de quedarse en silencio en medio del estruendo en un par de canciones como efecto especial. La primera ocasión que se acude a ese silencio sepulcral se hace hasta divertido, la segunda vez ya chirría el experimento.
Fangoria
Que Alaska es un icono de los 80 es evidente, que es abanderado de lo alternativo en este país (y de ello dejó señas el año pasado en su alegato contra la SGAE y la industria; si esto era publicidad o discurso sincero lo discutiremos en otro momento) también salta a la vista… Pero lo que nadie puede negar tampoco es que se benefició como ningún otro grupo de esa noche de las ganas de fiesta que recorrían las venas de los fibers. Y es que de otra manera su concierto no habría sido ni de lejos tan aplaudido.
Por supuesto que hubo momentos interesantes protagonizados principalmente por Electricistas o La mano en el fuego si acudimos a su último disco Arquitectura efímera. Pero es triste que Olvido y Nacho en su aventura cool se pierdan en un mar de dudas, o peor aún, naufraguen cuando se vuelcan en parajes electrónicos más propios de una de esas raves punkis que había en los aledaños del recinto -para no dormir la sesión de dj que se marcaron a mitad del concierto mientras Alaska iba a embutirse en su corpiño-. Por no hablar de la caricatura de sí mismos en que se transformaron en esos instantes que de retro mutaron en personajes de “La Bola de Cristal”, con sus luces de neón y todo (y las Nancys Rubias revoloteando por allí). Para terminar, es imperdonable que exista un tema como Hombres, que arrasa y saquea la idea de Hay mujeres de Aute para dar la vuelta a la tortilla y morir en una maraña de beats, en lugar de sumergirse en la sensibilidad que podría haberle dado la voz grave y desnuda de Gara.
Textos: Jorge García
Fotos: Miguel González