Josh Rouse – 1972
Josh Rouse podría entrar perfectamente en la etiqueta de cantautor pop con raíces. Después de tres álbumes y un EP junto a Kurt Wagner, líder de Lambchop, ha firmado este increíble 1972 (Rykodisc, 2003). Ya desde el título y la portada, este disco es toda una declaración de principios: recrear una época concreta en todos sus aspectos. Y ciertamente consigue evocar el espíritu de los setenta mediante la exquisitez de sus arreglos: brillantes secciones de cuerda, fraseos de vientos, percusiones marcando el tempo con triángulo… Todos los elementos casan a la perfección para homenajear al año en el que nació, el mismo en el que se fabricó la Telecaster con la que compone la mayoría de sus canciones.
El disco está producido por Brad Jones, responsable de la producción de grupos como The Bis-Quits o Margaret Bell, y fue grabado en parte en el propio estudio de Josh Rouse. Quizá se explique así cómo consigue esa cercanía y calidez en todas las canciones de este 1972. La mayoría fueron compuestas durante la gira por el sur de los Estados Unidos de su anterior disco, Under Cold Blue Stars (Rykodisc, 2002), lo que ha marcado el curioso carácter de la mayoría de ellas: una especie de equilibrio entre el soul, el blues, el folk… Se puede decir que bebe de todos los géneros norteamericanos por excelencia. No hay que olvidar que el disco suena a mitos del tamaño de Nick Drake o Jackson Brown, claras influencias en la música de Josh Rouse.
Lo que en un principio comienza tranquilamente con el tema que da nombre al disco, 1972, sube de intensidad nada más comenzar Love Vibration, primer y acertado primer single: una sabia mezcla entre un ritmo constante y casi percutido y sustanciales cambios de intensidad sincopados. Sunshine es un tema pop alegre y vitalista, bastante convencional, probablemente el tema más flojo del disco, pero que en este caso supone elevar de forma considerable la calidad del resto a unas cotas realmente altas. Con James llega uno de los momentos álgidos del álbum: es uno de las canciones que tiene unos arreglos más setenteros y en los que el falsete de Rouse es acompañado maravillosamente por unos suaves fraseos de flauta travesera. Justo después nos llega Slaveship, toda una declaración de amor con estructura de blues en el que es difícil evitar el movimiento de los pies lanzándose a bailar introducidos por el piano. Lo mismo sucede con Come Back, pero esta vez lo que nos arrastra es el groove del bajo.
Sin duda alguna, el tema más sensual del disco es Under Your Charms, prácticamente un homenaje a Marvin Gaye. Los tres temas que cierran el disco son otras tantas joyas: destacan la percusión y el contrabajo de Flight Attedant, el coro gospel de Sparrows Over Birmingham o la aparente sencillez de Rise. Josh Rouse ha conseguido uno de esos discos redondos que se pueden dejar sonando a todas horas sin que uno se canse de él. Son apenas cuarenta minutos, tan sólo diez canciones, pero con las que no se puede parar de disfrutar de la música.