Sudoeste 2005 (Zambujeira do Mar, del 4 al 7 de agosto de 2005) Parte I
El Festival Sudoeste de Zambujeira do Mar en Portugal se ha convertido, en estos últimos años, en un claro competidor del FIB. El cartel, muy ecléctico, cuenta con muchos de los artistas que acuden a Benicassim, además de añadir nombres que atraen al gran público pero que raramente podríamos ver en un festival independiente, como ha sido el caso este año de Korn, Ben Harper o Da Weasel.
La asistencia de público se ha multiplicado, lo que ha provocado, a nuestro entender, el mayor problema del evento: el camping. La zona estaba completamente abarrotada y los rezagados que llegaron el viernes lo tuvieron muy complicado para montar la tienda y acomodarse. Las duchas resultaron insuficientes y cerca había una carpa que se dedicó (al menos la segunda noche) a deleitarnos con una sesión de música pastillera hasta las ocho de la mañana. Incomprensible y más si añadimos que no más de quince o veinte personas se encontraban por allí.
Por lo demás, pocas quejas. Por ejemplo, los precios de la comida y bebida no eran abusivos en la multitud de puestos habilitados para ello. Además, había coches de choque. Todo ello en un recinto de generosas dimensiones donde se encontraban los tres escenarios principales. Eso si, la carpa Planeta Sudoeste se quedó algo pequeña para artistas de la talla de Josh Rouse o The Kills.
Viernes 5 de agosto
Devendra Banhart y su free folk llegaban a la carpa Sudoeste con ganas de hacer disfrutar a la gente con sus canciones. Si no fuéramos conscientes del año o festival en que estábamos muchos hubiéramos apostado por Woodstock. Y es que Devendra en concierto refleja esa época hippie. Venía acompañado, como ya es costumbre, de una gran banda en número y en calidad. El músico tejano, que vivió algunos años en Venezuela, se presentó irónicamente y con un sentido del humor peculiar diciendo: “Somos los Oasis pero maquillados”. De su último disco Cripple crow (XL Recordings, 2005) nos deleito con la que posiblemente sea una de las canciones del año, Heard somebody say, de aires tan “beatlemaníacos”. También se atrevió con una cover del That thing de Lauryn Hill. La anécdota del show estuvo en la mitad de la actuación, cuando subió un chico de entre el público animado por Devendra para que tocase una canción él solo. Un concierto muy completo que sorprendió a más de uno.
Uno de los últimos hypes, Maximo Park, se presentaban en el escenario Planeta Sudoeste ante una gran expectación. Su actuación fue mejor que la ofrecida en el pasado Primavera Sound gracias al sonido (muy bueno en la carpa durante todo el festival) y a la actitud del cantante, Paul Smith, que en esta ocasión se movió lo necesario para la descarga de los temas del flojo A certain trigger (Warp, 2005). El gran momento llegó, como no, con Apply some pressure. A destacar la entrega del público, que en esta carpa fue una constante durante todos los conciertos.
Oasis ofrecieron el mismo espectáculo que en Madrid el pasado mes de junio pero algo más corto y con una mejor actitud sobre el escenario: se les veía contentos y con ganas. A pesar de las notables composiciones del nuevo Don’t believe the truth (Sony-BMG, 2005), hay que reconocer que en directo pierden fuerza entre pelotazos como Morning glory o Cigarettes and alcohol. Los mejores momentos se vivieron al final, enlazando Wonderwall, Don’t look back in anger y My generation. Dato para aquellos que no escriben sobre la música del grupo: Liam le tocó el culo a su hermano y besó uno de los altavoces.
Llegaba el turno de Kasabian, enésimo hype de la factoría NME. Encumbrados por ser replicantes surtidos de una coctelera en la que se habían introducido los mejores Oasis, los Primal Scream más eléctricos y algún single de los Happy Mondays. En disco vaya que vaya, pero en directo el trabajo de productores y técnicos queda evidenciado ante una banda que no terminó de convencer ni en sus singles (Processed beats, Cut off, LSF y Club Foot), que demolieran en 2004 las listas británicas. Estuvieron faltos de fuerza, con un cantante que ante la atenta mirada de Liam Gallagher no supo ser más que un eco de la voz de éste. Lo mejor, que se despacharon en once cortes y dieron carpetazo a un show en el que no disfrutaron más allá de las dos primeras filas (todos ingleses y apostemos que algo bebidos).
Sábado 6 de agosto
Gran expectación en uno de los conciertos en los que más se entrego el asistente en la carpa Planeta Sudoeste. Era la primera vez que Sarah Bettens tocaba en Portugal sin su banda K’s Choice, según comentó la artista al ver la gran respuesta del público. Sarah llegaba al Sudoeste para presentar su disco en solitario titulado Scream (Hybrid, 2005) del que tocó varios temas, como el single de adelanto Stay. También interpretó una muy buena versión del Stuck in the middle with you de los Stealers Wheel así como algunas de las canciones de su antigua banda, que seguro disfrutaron los numerosos fans de la artista.
A Josh Rouse, al igual que Maximo Park, también lo vimos más centrado que en el PS. Con un público, de nuevo, entregadísimo, Rouse (que se ha mudado de Altea a Valencia) se centró en su anterior 1972 (Ryko, 2003), excepto It’s the nighttime, Winter in the hamptons y My love has gone que pertenecen al reciente Nashville (Rykodisc, 2005). Apoyado por su habitual banda (a destacar la labor del guitarrista Daniel Tashian, hijo del líder de Barry & The Remains), el americano ofreció un concierto practicamente redondo, destacando James y la más coreada, Love vibration. Una pena que se tuviera que marchar del escenario sin despedirse por lo mal que iba de tiempo. De lo mejor del Sudoeste 2005.
Que haya calma entre los amantes de la electrónica, Lamb no se separa. Pero mientras Andy está lejos de los escenarios por su reciente paternidad Louise se ha lanzado a su primer álbum en solitario, Beloved one (2005). El disco no se editará hasta mediados de septiembre por lo que es difícil calibrar el recital que dio la pelirroja en el Sudoeste. Si podemos constatar que no se separa mucho de sus trabajos con Andy. Quizás se refina aún más y cuenta historias todavía más melosas pero comparte el buen gusto, los medios tiempos y los músicos que la acompañan. En esta ocasión llevaba tres guitarras, un violín, una viola y una caja de ritmos o bongos, según el tema que acometiera. Posiblemente no fuera el mejor lugar para preestrenar su obra pero a medida que iban pasando las canciones había más y más curiosos, tal vez con la esperanza de que sonase Gabriel pero no fue así, una pena.
Textos: Jorge García, Sergi Serrano y Fco. J. Fdez.
Fotos: Sergi Serrano y Fco. J. Fdez.