El que durante ocho años fue líder de la banda de hard rock D Generation saca su segundo álbum en solitario tras el portentoso debut que fue The fine art of self-destruction. Como ya sucedió entonces, Malin vuelve a contar con el apoyo y producción de su amigo Ryan Adams. La música de este artista nacido en el neoyorkino barrio de Queens destaca por ese rock melancólico y a ratos catártico a medio camino entre el punk y el pop alternativo. En él son perceptibles y reconocidas las influencias de artistas como Neil Young, Tom Waits, Steve Earle o Bruce Springsteen, con el que ha colaborado en distintas ocasiones.
Heat es un álbum que ahonda en la faceta de compositor taciturno de Malin, en contraste con el cantante que solía desgañitarse con la D Generation. Ello no le impide dotar de fuerza radiantes temas como Mona Lisa, primer single y canción que abre el álbum, Scars of love o About you. Es justamente en Going out west, una de las canciones más sombrías, donde a pesar de ciertos arreglos que la desvirtuan, Malin da muestra del enorme talento compositivo que aún amaga. Talento que va acompañado de otra de las grandes bazas del neoyorkino: una quebrada voz que suena inmadura y que, como en el gran tema Silver Manhattan, dota de refulgente y característica personalidad a los temas que interpreta.
La eterna comparación con su mentor Ryan Adams es una de las lacras que suelen acompañar a Malin. A pesar de los enormes contrastes entre ambos y de la gratuidad de ciertos comentarios, la inclusión de algun que otro tema más bien mediocre que suena a refrito del Heartbreaker, no ayuda mucho a evitar similitudes. Quedémonos pues con Basement home, otro de los más bellos momentos que nos deja este Heat que, a pesar de su indiscutible calidad, parece que va a seguir demorando el lanzamiento de Malin a la primera fila del rock norteamericano.
