Se quitó la vida un 3 de febrero de 1967. Fue algo más que el autor de la primera canción de un grupo británico en alcanzar el número 1 en EEUU.
Joe Meek fue productor discográfico, ingeniero de sonido y, sobre todo, pionero en la música pop experimental. Fue fundamental su contribución al desarrollo de prácticas de grabación como overdubbing, sampling y reverb. Su disco I Hear a New World (1960) hoy es considerado uno de los discos más innovadores de la historia.
Se dice que su fama como detector de estrellas era un poco desastrosa, tal vez influída por una especie de paranoia que sufría: Meek le dijo a Epstein que no se molestara en firmar a los Beatles, tras escucharles y, en otra ocasión firmó una banda con la condición de que se deshiciera de su cantante, un Rod Stewart de 16 años de edad. Lo cierto que Meek buscaba el perfeccionismo: sólo se preocupaba por la naturaleza y la calidad del sonido que grababa y la psicología de una nueva audiencia joven, cuyos gustos y necesidades eran prácticamente ignorados por los grandes estudios. Así, se convirtió en el primer productor independiente.
Con 20 años ya tenía su propio sello discográfico, Triumph Records, su productora RGM, y su estudio “casero” en un piso situado en el 304 de Holloway Road. Entre 1956 y 1967, Meek fue responsable de más de 300 discos, la mayoría de ellos grabados, escritos y producidos en su piso, de los cuales 45 alcanzaron el top 50 en listas, como Johnny Remember Me de John Leyton (1961) – Meek sólo tenía 22 años – o Have I the Right? de los Honeycombs (1964).
Tras una demanda de plagio de Telstar por parte del compositor francés Jean Ledrut, Meek no recibió nada por derechos de la canción, hecho que acentuó una depresión que ya padecía. Su dependencia de las pastillas y la creciente paranoia pudieron haber contribuido a su trágico final, el 3 de febrero de 1967, cuando por razones desconocidas, mató a su casera para después quitarse él mismo la vida. Tan sólo una semanas más tarde, el tribunal dictó en su favor en la demanda de plagio.
